Memoria, entendimiento y voluntad

No hace muchos días, pasado ya el trajín veraniego, decidí subir a saludar a mi amigo Xuan, que los es desde que inició con nosotros los primeros pasos de La Maniega en su segunda andadura, allá en los inicios de los ochenta.

Y precisamente en ese recordar y en nuestras discrepancias sobre el cuándo y el cómo de algunos hechos y detalles de actualidad, vino a recordarme como se había difuminado en, “digamos la modernidad”, aquellas tan conocidas no hace aún tantos años Virtudes Cardinales, que se contraponían a las Teologales  (Fe, Esperanza y Caridad); a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; nombres que, a buen seguro, recuerdan muchos de nuestros lectores de más edad, aquellos que hubieron de vérselas con el catecismo del padre Ripalda o algún otro similar, aunque aquellas, las Virtudes, fueran ya enunciadas por Platón. Y no ya solo en los catecismos, sino que también aparecían en las enciclopedias Sopena y Álvarez que sirvieron de soporte escolar a muchas generaciones

Convendrán conmigo en que ni unas ni otras son muy practicadas en la actualidad, quizás ni siquiera conocidas, especialmente en el mundo de la política, aunque no se queda atrás el paisanaje en su día a día. Prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Ahí es nada.

Pero a donde en verdad quería llegar Xuan, que en su arranque argumental sufrió un ligero despiste, era a las llamadas “Potencias del alma”, a saber: memoria, entendimiento y voluntad, desarrolladas por el filósofo San Agustín. Y es que a Xuan lo de atribuir memoria, primero a la historia y ahora a la democracia, pues no le encontraba encaje en su razonar.

Ya decía Platón al respecto en sus primeros planteamientos: “Lo que el hombre recuerda, lo que el hombre entiende, lo que el hombre hará”.

Pasado: memoria. Presente: atención, entendimiento. Futuro: previsión, voluntad.

Lo que el hombre recuerda. El hombre como individuo, como ser social, es el que pose esta potencia espiritual. La memoria colectiva no existe como tal. Ni la historia tiene memoria, ni la democracia, ni mi pueblo, ni el suyo. Tenemos memoria todos y cada uno de nosotros, que es distinta con respecto a un mismo hecho según el tamiz de nuestra particular subjetividad

Ni siquiera hay una memoria colectiva de esta o aquella fiesta que sea unánime. Cada uno tienen “su memoria”, la de cada acontecer, y raramente coincide con la de otro. Todos los recuerdos aparecen tamizados como ya, hemos dicho, por la subjetividad, la vivencia, el especial momento, incluso el estado de ánimo de cada cual que vio, y por ende vivió, el hecho de distinta manera, así le pareció y así quedó grabado en su memoria.

Repase el lector sus propias experiencias en el vivir cotidiano, aquella fiesta en el pueblo o, para las generaciones más maduras, aquellas historias de la mili. Ni siquiera coincidimos recordando entre tres como vivimos determinado momento de las últimas Fiestas de San Roque, del Avellano, San Cosmen, el Carmen, o las patronales de Berzocana

Que cada uno saque cada uno sus particulares consecuencias.

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R. Mera

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