CANGAS DEL NARCEA.- Intercambiar culturas no es lo mismo que intercambiar farturas

No hace muchas fechas, Cangas del Narcea organizaba la Semana de la Diversidad Cultural, una propuesta del Ayuntamiento para conmemorar el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo con una serie de actividades bien encaminadas y bien organizadas con arreglo a los fines para los que fue diseñada en su momento.
Fue una semana llena de actividades que buscaban mostrar la diversidad de nacionalidades y culturas que conviven en Cangas. La programación incluyó actividades para todos los públicos, desde cuentacuentos a charlas formativas. También se incluyó un encuentro radiofónico, muy bien llevado y desarrollado por nuestro compañero Miguel Ángel Pérez, entre tres mujeres procedentes de Marruecos, Argentina y Rumanía que pusieron de manifiesto la buena acogida que los cangueses dan a la población inmigrante., de cómo se han instalado en el concejo y de cómo desarrollan su trabajo y la integración de sus familias en el diario quehacer y hacer de Cangas y los cangueses.
El domingo, día 18, se realizó el mercado gastronómico «Sabores y saberes», con la participación de personas de dieciocho países diferentes que nos brindaron la oportunidad de degustar platos típicos de Marruecos, Países Bajos, Argentina, Rumanía o Venezuela. Y es aquí donde se rompe la línea de buen desarrollo de las actividades programas. Todo quedó en la oportunidad. Participaron personas procedentes de dieciocho países diferentes. «El evento Sabores y Saberes” fue todo un éxito de participación, una jornada en la que los que hasta aquí han llegado nos brindaban la ocasión de acercarnos a las diferentes culturas que conviven en nuestro concejo. Y pretendían hacerlo a través de su gastronomía, vestimenta y modos de vida, compartieron con nosotros su cercanía y su historia. Y digo pretendían porque en mi particular criterio, pero ante la realidad de lo allí observado y vívido, aquello se convirtió en una carrerea para ver quien llenaba su plato antes y con más productos. Tal parecía que una gran parte de los allí reunidos salía de una gran hambruna temporal. Allí no se degustaba ni se intercambiaba nada. Sin miramiento alguno exigían en los puestos una y otra ración, uno y otro pincho, una y otra bebida. Y llenaban el plato sin preocuparse en absoluto de qué lugar procedía cada alimento o cuáles eran sus ingredientes, o en qué ocasiones se comía… todo daba igual y así lo comprobamos preguntando directamente Todo consistía en llenar el plato e ir comiendo a boca llena. Sí, ya sé que a muchos de ustedes no les está gustando lo que digo, pero la realidad no tiene nada que ver con los deseos, y lo bien que estaba resultando todo saltó por los aires en el momento en que apareció la comida. Muchos salían de la carpa con los platos llenos camino de casa, otros se sentaban en los alrededores y allí instalaban mesas provisionales. La oportunidad de conocer otros sabores y otras culturas cayó por los suelos: solo interesaba acaparar comida. Bochornoso. Y saben muy bien muchos de ustedes que esto no es ni mucho menos la primera vez que sucede, pero para mí, tanto por el entorno en que sucedió como por la ruptura de todo lo programado fue totalmente vergonzoso. Nada de intercambio de ideas, de costumbre o de excelencias culinarias; todo ello se fue al cuerno en cuando salieron los platos. Y no nos escudemos en que allí había también muchos forasteros, miembros de una excursión que aprovecharon descaradamente la oportunidad, cierto, pero cierto también lo descrito.
No estaría mal que acordásemos un propósito de enmienda
A los organizadores y participantes, mi aplauso