TINEO.- El Palacio de Merás cumple 500 años

Nada menos que 500 año cumple el Palacio de Merás en Tineo. Cuenta los historiadores que García Fernández de la Plaza recibió de Carlos I los títulos de alférez, noble y capitán por haber logrado acabar con la vida de uno de los más temidos corsarios otomanos: Aroudj Barbarroja. Incluso a punto estuvo de ser nombrado gobernador general de Argelia, cargo del que finalmente le liberó el monarca, permitiéndole así regresar a su Asturias natal y adquirir, con el gran botín obtenido en contienda por su heroicidad, el magnífico palacio de Merás, propiedad, por aquel entonces, de la importante familia leonesa de los Quiñones. Como bien recoge el historiador y cronista tinetense Senén González en su obra titulada «Origen y descendencia de la ilustre casa de Merás», García Fernández de la Plaza murió sin descendencia, por lo que todos sus bienes, incluido el palacio, fueron heredados por su hermana Aldonza, esposa de Sancho García de Merás, quien lo restauró parcialmente.
Podemos sintetizar la historia del palacio sintetizando que fue durante siglos, un lugar de celebraciones y reuniones hidalgas. Más tarde se convirtió en casino, en sede del ayuntamiento e incluso en cuartel de las fuerzas nacionales durante la Guerra Civil española. Hoy, 500 años después, es una magnífica y señorial construcción que se yergue en medio de la villa de Tineo gracias a la generosa labor de restauración llevada a cabo por el empresario Benjamín Alba quien, siguiendo los deseos de su padre Valentín, lo ha convertido en un lugar de encuentro, de cultura y de paso obligado del Camino de Santiago, pues alberga también un alojamiento para peregrinos.
Como actos inaugurales de la celebración del quinto centenario de su construcción, se han programado dos grandes exposiciones que podrán visitarse, de modo completamente gratuito, hasta que finalice el año.

Por una parte, la titulada «Vacuo«, del artista Lucas Santiago, en la que, a modo de metáfora, rescata objetos sin ningún valor procedentes de pueblos abandonados para devolverlos a la vida, convirtiéndolos en auténticas joyas artísticas. A partir de estos objetos y de fotografías que fue realizando en sus visitas a aldeas, Lucas Santiago trata de revalorizar la cultura rural evitando que caiga en el olvido y haciendo un ejercicio de memoria colectiva para huir del desarraigo. Para Santiago se trata de evitar que los objetos rescatados de estos lugares pierdan su historia, su esencia y la de los hombres y mujeres que los emplearon. Por eso, parte de esta muestra se exhibe en antiguas mesitas.
Por su parte, el escultor César Castaño, un herrero de larga tradición familiar pues su padre y su abuelo también lo fueron, rescata en sus obras, expuestas en el piso superior del palacio, el regreso a los orígenes y a la tradición primigenia del trabajo en la fragua, convirtiéndolo en una expresión artística honesta y de profunda y hermosa sencillez. En ocasiones sus esculturas se sostienen sobre maderas que encuentra por azar y que están sometidas a los cambios y al discurrir de la propia naturaleza, en otras emplea el hierro o el acero corten para darles forma, siempre centrado en temas vinculados a la tierra asturiana. Algunos de los trabajos de César Castaño se encuentran hoy en instituciones culturales de enorme prestigio. En definitiva, dos exposiciones que tratan de rescatar el trabajo rural y primigenio, la memoria de la colectividad y la vuelta a los orígenes en uno de los marcos más espectaculares y con más historia de Asturias: el palacio de Merás, una joya arquitectónica que late con más fuerza que nunca después de 500 años.