SUROCCIDENTE.- Garrapatas

El verano es la época de más contacto entre la naturaleza, los animales y los humanos, ya que es este uno de los momentos del año de mayor trasiego ganadero. Se trata, pues, de unos meses en los que unos incómodos y pequeños parásitos suelen hacer su agosto (nunca mejor dicho). Se trata de las garrapatas, bichejosque se encuentran presentes en todo el Principado y pueden causar algunas enfermedades, las cuales van desde lo leve a lo medianamente serio.
Alberto Espí, veterinario del Servicio Regional de Desarrollo Agroalimentario (Serida), centro que estudia la evolución de las garrapatas explica que «desde 2010 el número total de garrapatas que hemos recogidas alcanza las 53.135, siendo estas de distintos estadios porque, explica, hay adultos, ninfas y larvas». El problema es que un alto porcentaje (se estima que puede ser un 7%) de estos parásitos transmiten enfermedades como la de Lyme.
La borreliosisde Lyme es una dolencia infecciosa transmitida por garrapatas que puede afectar al sistema nervioso, la piel, articulaciones, músculos y corazón. En los primeros momentos los síntomas pueden asemejarse a los de una gripe, es decir, fiebre, escalofríos, cansancio, migraña, dolores musculares y en las articulaciones. También es frecuente la aparición de una erupción cutánea conocida como eritema migratorio. Si no se trata, la borreliosis de Lyme puede causar complicaciones neurológicas, cardíacas o articulares. Así que, nada de bromas al respecto.
Alberto Espí remarca que estos ácaros están presentes en todo el Principado, «una cosa es que su distribución no sea uniforme, pero están prácticamente en toda la región». En este sentido, en Asturias hay «cinco géneros, por no complicarlo, que son los habituales».
No obstante, «la que predomina aquí es la ixodes ricinus, que es la que está considerada vector competente de la enfermedad de Lyme». Éstas son en torno al «89% de las garrapatas que hay en Asturias». Este veterinario e investigador del Serida no se atreve a aventurar si el número de estos parásitos está incrementándose en la región en los últimos años, ya que «las series temporales que hacen falta para saber la evolución son muy largas». No en vano, «siempre ha habido garrapatas en Asturias, eso es evidente».«Lo mismo que se han encontrado mosquitos en Ámbar, se han encontrado también garrapatas, o sea que se sabe que en la época de los dinosaurios las garrapatas ya estaban aquí.
Lo que sí se atreve a afirmar es que «este año la actividad ha empezado antes y ha terminado más tarde, porque tienen un ciclo». En este sentido, «aunque la actividad sea continua, siempre hablamos de dos picos estacionales». De este modo, «esta especie, si el invierno es suave, en enero ya está activa». Las garrapatas «se activan cuando cree que tiene posibilidades de poder ingerir sangre de un hospedador». Y es que «en las garrapatas pican tanto machos como hembras».

En el caso de estos parásitos, «la alimentación necesariamente requiere de que haya un animal» y, para bien o para mal, los seres humanos somos «un mamífero más» que puede servirles de sustento. La de las garrapatas es «una actividad que puede empezar en Asturias perfectamente en enero y puede acabar en diciembre, si bien no es lo mismo a una altitud que a otra. «A más altitud, lógicamente, las condiciones son más extremas y a lo que son más sensibles no es al frío, sino a la falta de humedad, al estrés hídrico, porque ellas necesitan humedad; en el momento en que está en una zona poco protegida por la vegetación, porque el pasto está muy bajo y están expuestas al sol, por ejemplo, ahí pueden morirse en poco tiempo».
Por otro lado, «la movilidad que tienen tampoco es muy grande, ya que se desplazan mucho sobre animales, pero ellas por sí solas tampoco pueden recorrer grandes distancias». Las garrapatas «normalmente escogen en qué momento se desprenden después de hacer la toma de sangre». En esta línea, este veterinario e investigador comenta que «se suelen desprender por la noche, en zonas donde notan humedad».
A la hora de evitar que uno de estos ácaros se vuelva a casa con nosotros (literalmente), después de un viaje al campo o un paseo por el parque, Espí recomienda llevar prendas como una «polainas ligeritas, que evitan que las garrapatas entren por la pernera y la parte de abajo del pantalón».
También sirve «poner el calcetín sobre el extremo del pantalón» y, asimismo, llevar «camiseta de manga larga», así como un «pantalón largo». Este investigador del Serida comenta que «la garrapata, desde que se fija hasta que empieza a succionar sangre y puede inocular la enfermedad, si la porta, pueden pasar bastantes horas, entre 18 y 24».
En este sentido, las «zonas de la axila e inguinal» suelen ser sus preferidas. Para evitar los problemas aparejados a la picadura de una garrapata, este experto recomienda hacer un examen concienzudo por todo el cuerpo, especialmente en el caso de niños pequeños, más si cabe si se han visitado zonas susceptibles de tener presencia de estos incómodos parásitos.
Asimismo, «si la persona tuviera alguna duda o miedo, puede ir a un centro de salud y la retiran con cuidado». Y es que «una garrapata puede estar una semana tomando sangre». Alberto Espí explica que «las ninfas son las garrapatas intermedias, de uno o dos milímetros, pero las larvas, que son más pequeñitas, se ven mucho peor, porque su tamaño es como de medio milímetro».
Pues ya lo saben. Mucho cuidado con las garrapatas en sus salidas al campo o si veranean en un pueblo. Procuren seguir las recomendaciones aquí expuestas y, a poder ser, eviten las zonas de helechos, lugares preferidos de estos animalillos para colocarse al acecho y saltar hace el primero que pase y que pueda servirles de alimento.