Dos libros olvidados en la estantería

De alguna forma, la vida tiende en ocasiones a volver la vista y el recuerdo atrás y enfrentarte con pequeños hechos ocurridos allá en el pasado y de los que habías perdido toda noción de existencia. Eso suele sucedernos a los que poseemos ya una más que regular biblioteca iniciada prácticamente en la niñez y en la que de cuando en vez pierdes la noción de la existencia de tal o cual libro en la misma.
Les diré que en mi caso, amén de tener ya cubiertas las estanterías de todas las paredes de una habitación convertida en despacho, hay ya muchos ejemplares sitiados en guerrilla sobre los ya colocados y ordenados y otros repartidos por las estanterías de otras dos habitaciones e incluso bajo el cristal de la mesa del salón.
No es pues de extrañar que brujuleando entre estos últimos llegasen a mis manos dos descolocados de los que no recordaba su existencia y menos aún su origen. El primero es un ejemplar de “Los Santos Evangelios”, de 8×12,5 centímetros correspondiente a la vigesimosegunda edición y escrito por el R.P capuchino Felipe de Fuenterrabía, profesor de Sagrada Escritura de el Colegio de Teología de Pamplona e impreso por la editorial Verbo Divino en Estella (Navarra) en 1.972 con un total de 1.750.000 de ejemplares vendidos en todas las ediciones. Son 382 páginas de una letra pequeña y abigarrada muy difícil de leer a partir de determinadas edades. Llama especialmente la atención el hecho de que cuatro personajes tuviesen que repasar y autorizar su publicación: El censor de la Orden Capuchina, el censor sinodal de la misma orden, el ministro provincial, y el vicario general. Podemos decir que salió con todas las bendiciones.
El otro es “El Corán” con introducción traducción y notas de Juan Vernet, de la editorial Planeta, publicado en 1.983 con 780 páginas y 114 “azoras” (capítulos) en numeración romana
No sé cómo llegó a mis manos. Me inclino porque quizás fuese adquirido en una librería de viejo, quizás en la Cuesta Moyano de Madrid, ya que tuvo otro propietario, Gumersindo Villar, según figura en la primera página junto a una fecha: Nochevieja de 1984-85. Con numerosas notas y referencias a pie de página es complicado de leer. Yo tan solo me he limitado a curiosearlo saltando de un a otra página.
Es el libro que contiene la “palabra eterna increada de Dios” y, en consecuencia, única norma de conducta en esta vida para los creyentes que les ha de llevar, al morir, a la eterna”. Su contenido fue revelado a Mahoma primero en una visión de conjunto y luego en detalle, por entregas diríamos, entre los años 622-632 d, C.) mediante la recitación que del mismo le hacía el arcángel San Gabriel. El Corán es un libro que no se lee, se recita.
Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo




