Antracitas de Gillón y el Principado deberán abonar 3,5 millones a vecinos de Gillón (Cangas del Narcea). O eso esperan

Pepe R.Explotaciones abandonadas
Pepe R.Explotaciones abandonadas

El Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) ha condenado a la Consejería de Economía y Empleo del Principado de Asturias y a la empresa Antracitas de Gillón a pagar 3,5 millones de euros, más intereses, a diecisiete vecinos del pueblo de Gillón por desperfectos causados en sus casas y en sus fincas. Unos desperfectos que se derivan, según la sentencia, de la actividad minera y de la negligente actuación de la administración en su labor de vigilancia. La explotación canguesa cerró en 2005.

La sentencia, que es recurrible ante el Tribunal Supremo, condena a la empresa minera Antracitas de Gillón y a la consejería de Economía del Principado de Asturias, de manera solidaria, a pagar 3,5 millones de euros a 17 vecinos del pueblo tras considerar probado que la actividad minera fue la que hizo que las casas y las fincas de la zona se fueran agrietando.

La demanda parte del día 29 de noviembre del año 2006, pero ya desde los primeros años 70 los vecinos de Gillón comenzaron a denunciar ante muy diversas instancias que la actividad minera estaba destrozando el subsuelo de su pueblo y creando unos enormes problemas de estabilidad en fincas y viviendas.

Según explica el tribunal en la sentencia, el pueblo de Gillón, y sus edificaciones, que suman treinta, no presentaron desperfectos de consideración hasta el inicio de la actividad minera, cuya concesión se mantuvo desde 1968 a 2005.

Según cita textualmente la sentencia, los desperfectos en el pueblo son consecuencia “del asentamiento de los diferentes sustratos rocosos ante los ingentes vaciados de las capas de antracita realizados por la explotación minera” y niega que la pendiente del monte de Gillón pueda causar, por sí misma, esa clase de desperfectos y movimientos.

De la misma forma, el tribunal asturiano afirma que se alteró sustancialmente la estabilidad del terreno sin que la mina hubiera adoptado medidas necesarias de prevención, al demostrarse que las adoptadas fueron insuficientes.

En cuanto al papel de la consejería, el TSJA considera que se está “ante un anormal funcionamiento del servicio público”, puesto que se aprobaron los planes de labores de la mina susceptibles de poner en peligro a todo un núcleo de población, y que lo hizo “con falta de diligencia y en contra de lo que era su obligación”.

Antracitas de Gillón también está denunciada por haber cobrado ayudas de la administración para restaurar la zona después de su actividad y no haber ejecutado dicha mejora. 

José María Antón
José María Antón

Pero esto tiene una segunda parte. De momento,  los vecinos no saben cuándo van a cobrar, o si me apuran ni siquiera  si van a cobrar, pero muestran su contento por cuanto llevan ya décadas asegurando y denunciando que Antracitas de Gillón destrozó el pueblo y el Principado fue cómplice por no llevar a cabo ninguna labor de vigilancia.

Estas  dudas de los vecinos vienen determinadas por el hecho de que la empresa cerró en el año 2005 y, por lo tanto, creen que será difícil exigir a los antiguos gestores el pago de la misma. Sin embargo, el hecho de que el Principado sea considerado como culpable solidario les da más esperanzas.

 José María Antón, de casa “La Veiga”, contaba a La Nueva España  la felicidad que vive el pueblo señalando que  “por supuesto que tenemos alegría, sí, y no poca. Llevamos con esta pelea desde los años ochenta”.
Cuenta que se comenzó el proceso judicial sin muchas expectativas: “No pensábamos sacar ni una peseta ya que siempre piensas  que los poderosos siempre van a escapar de alguna manera. Además, como ya había cerrado la mina y los dueños habían marchado de por aquí, pensabas “¿quién va a ir detrás de ellos?”. Por eso la sorpresa, cuando nos dijeron que ganábamos la sentencia, fue grande”.

José García
José García

Los vecinos tienen muy claro que, hasta ahora, han sido ellos los que han gastado el dinero: “Gastamos dinero en el juicio y gastamos mucho dinero en arreglar las casas ya que si no caían con todo”.
José García, de casa “Sastre”, opina de manera muy similar a sus vecinos: “No sé si acabarán pagando o no, pero por lo menos la satisfacción de ganarles el juicio y que nos den la razón ya no nos la quitan”. Subraya: “De no tener a nada a tener una sentencia ganada va mucha diferencia”.

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R. Mera

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