El deslavazado e incomprensible lenguaje jurídico. Teníamos razón

jueces jpgMiren que les cuento. Ahora resulta que los plumillas de aldea que aquí solemos expresar nuestra opinión somos unos artistas más que puestos al día. Ustedes saben de mi afición a criticar con dureza la mala utilización del lenguaje especialmente cuando lo hacen aquellos que, por circunstancias determinantes, más debían de cuidarlo para que los aprendices como nosotros no digamos barbaridades, como yo suelo hacer. Y aquí incidía sobre el lenguaje jurídico

El pasado 25 de marzo les comentaba yo aquí una sentencia sobre la custodia de hijos de parejas, homosexuales, separadas, unidas después con otras, vuelta a separarse y un montón de etcéteras que en el rebuscado lenguaje leguleyo resultaba totalmente ininteligibles para aquellos a quienes en teoría deberían ir dirigidas: nosotros.

Pues bien me alegró enormemente encontrarme hace unos días con articulo titulado “El deficiente lenguaje de las Leyes,   publicado en  ABC, en el que el académico de número de la Real de Jurisprudencia y Legislación, Luis María Cazorla, venía a coincidir en sus líneas generales con la aquí comentado por mi: “El lenguaje legislativo sigue empeorando sin que se acaben de dar lo pasos necesarios para remediarlo”, decía, para añadir más adelante: “El problema se agrava con que el vendaval normativo suele venir acompañado por un lenguaje deficiente que empaña su comprensión hasta para los juristas con más acentuada especialización, y no digamos nada para un ciudadano normal”.

Y otro párrafo en el que viene a coincidir con lo también expuesto en aquel comentario con respecto al enrevesamiento que se busca en el lenguaje para evitar caer en el tan temido sexismo y que no se pueda sentir nadie agraviado, menospreciado………..Decía yo: “Y especialmente será así debido al más que cuidado y equilibrado  lenguaje empleado  no sea que,  por  su  mala utilización, pudiese quedar herida alguna  dignidad o derecho de los y las intervinientes”. Y dice Cazorla volviendo sobre lo ininteligible del lenguaje. “A tan adverso panorama se están añadiendo con brío otras lacras que agravan la situación”. Señalo algunos, dice. “La positiva feminización del lenguaje legislativo llega en ocasiones a extremos tan exagerados que desfiguran el contenido de las normas jurídicas y las siembran de imprecisión”. Mas adelante viene a añadir: “…. Y está apareciendo una neolengua jurídica  o surgimiento de términos o estribillos políticos que van anidando en textos legislativos hasta aniquilarlos”. Otra feliz coincidencia.

Pero la peor lacra, la que se lleva la palma, añade, es “la casi interminable sucesión de palabras huecas y carentes de todo contenido normativo cuyo único propósito responde a cebar la apariencia de que se está haciendo algo y de lo que se promete se logrará por efecto  de un rosario de vocablos integrantes de un cascarón sin nuez”.

Y tras una serie de reflexiones termina señalando “Estamos ante algo que afecta con intensidad a la seguridad jurídica y la calidad de nuestro ordenamiento jurídico…. y valores cimeros como el desarrollo económico y el fluir de las inversiones que crean empleo. Es muy dañino para estos fines la frecuente remisión a una interpretación futura de normas confusas, mal redactadas e imprecisas por parte de los jueces”.

  O sea que teníamos toda la razón. Y me adhiero a todas las afirmaciones de Luis María Cazorla de la cruz a la raya

.Comparte en tus redes sociales
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin
Pin on Pinterest
Pinterest
Share on Tumblr
Tumblr

R. Mera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.