BERZOCANA.- Con los dedos de su pie derecho cogió el punzón de madera que le ayudaba a escribir….. y surgió el Himno

San Fulgencio 2012

Fulgencio se puso frente al ordenador. El día estaba nuboso y frío y no tenía muy claro que iba a hacer. Con los dedos de su pie derecho cogió el punzón de madera que le ayudaba a escribir y se quedó con él en el aire, en su suspenso acción y mente.

Un destello le recordó que estaba a tres días  de la festividad de San Fulgencio, patrón de la diócesis de Plasencia y de su pueblo, Berzocana. Una pequeña ráfaga de nostalgia pasó por su mente.

Despacio, letra a letra,  formó la primera palabra. Como siempre le sucedía, la mente iba mucho más rápida que el punzón de su pie. Tenía que esforzarse para que la nueva idea no sepultara a la anterior antes de haberla plasmado en la pantalla.

Al rato se completó el folio electrónico. El punzón pulsó la última tecla: guardar.

Ful dejó escapar la tensión acumulada por el gran esfuerzo que le suponía plasmar sus ideas en la pantalla y leyó:

 

HIMNO  A  SAN FULGENCIO

Santo pastor y Obispo de la Iglesia,

sacerdote de Cristo,

luz, sabiduría y bondad.

Gloria a ti Fulgencio bendito

que brillas hoy con nueva claridad

con tus hermanos Leandro e Isidoro.

Dejasteis  a la Iglesia un  buen legado

despejando las dudas que  dejaba

la secta  Arriana tras su paso.

Fuisteis luz en medio de la noche,

pastor entre los lobos que acechan al rebaño.

Fuiste paz en medio de la guerra,

la calma después de la tormenta.

Defiende a tu pueblo del peligro,

defiende a la Iglesia de Plasencia

y a Berzocana, tu  humilde sepultura,

dale el deseo de servir y amar a Cristo

que reina con el Padre en la mansión eterna.

Amén.

Fulgencio Rodríguez Mera

13 de enero de 2015

Mandó el escrito a su hermano Miguel, a Berzocana, para que se lo leyese a su madre. Una copia llegó al párroco, José Manuel, el mismo día de San Fulgencio. Y este decidió que la misa festiva del día era el lugar idóneo para dar a conocer el Himno de Fulgencio. Así lo hizo.

En el Centro de Discapacitados de  Alcuescar, Fulgencio se durmió ese día con una gran satisfacción y una sonrisa en los labios.

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R. Mera

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