CANGAS DEL NARCEA.- Feria sin reses, Vuelta floja y éxito de la Celiaquía
Sábado cuatro de mayo. Los relojes no habían señalado aún las nueve de la mañana y ya el sol, luchando contra el termómetro, hacia brillar los tejados de las casas de Santa Marina.
Desayuné unas tostadas desgajada de una hogaza y me dispuse a caminar hasta La Himera (Sin h según las nuevas tendencias). El Paseo mostraba una vista insólita sin un solo vehículo ni circulando ni aparcado. Se preparaba para la llegada vespertina de la Vuelta a Asturias que tiene señalada su meta del día en el mismo tras la bajada del Acebo hacia la carretera de Leitariegos. A las doce de la mañana era un pandemónium y un inmenso atasco con bocinazos y protestas por el corte. Hacia las una de la tarde, las calles de Cangas mostraban, creo, al menos el doble o el triple de viandantes que lo haría en la tarde, a la hora de la llegada de la Vuelta.
Cientos de vehículo circunvalaban el recinto ferial. El sol avanzaba poco a poco y, andando, apenas éramos tres las personas que llegábamos. Unos puestos de aperos y otros de chacinería. Una vez
dentro, paisanos y reses se agolpaban al principio de la nave dejando completamente vacía más de la mitad. No muy ortodoxamente intenté contar las reses. Los paisanos permanecían estáticos, parados, mirando no sé si a las vacas o al infinito Tarea imposible el conteo exacto, pero había entre 50 y 70, no más, aunque, como casi siempre la autoridad competente infle bastante la cifra.
Cuatro equinos y nueve camionetas con cerdos blancos para cría,
Se acercaba el medio día. Las calles del centro de la villa se mostraban repletas y festivas. El sol ya calentaba y las terrazas estaban llenas. En la Oliva, los puestos tampoco mostraban Feria en su cantidad. No más que un sábado cualquiera. La celebración sobre las Jornadas de Celiaquía se había comido tanto la celebración de la feria como la llegada de la Vuelta. Eso y las Jornadas de Turismo Activo..
Pero ya saben, en estos casos cada uno cuenta la feria según le va en ella
