Milagro (o milagrillo) en Berzocana

        

Pues verán ustedes. Muy lejano a las normas y preceptivas canónicas y ejerciendo mi libre albedrío, he venido a definir como milagro, o al menos milagrillo, lo acontecido en Berzocana el pasado domingo 23, día grande de las Fiestas Patronales dedicadas a los Santos Fulgencio y Florentina, cuyas reliquias se guardan en su magnífica iglesia, iglesia que el que fuera obispo de Plasencia, don Amadeo, definía como “mi segunda catedral)” y que son muy veneradas.

Las medallas

No es que yo sea muy aficionado a estas cosas, pero los denominados milagros han estado siempre pendientes en la correr de la Historia y especialmente en el mundo de la Religión. Y a éste es al que me refiero en los hechos que aquí les relato, aunque antes permítanme les recuerde que ya nos hicimos eco de otro ocurrido entre Larna y Cangas, atribuido a San Juan XXIII, y del que Maribel y sus lentillas fueron protagonistas. (https://www.deaceboyjara.com/2015/09/19/narceaberzocana-primer-milagro-o-milagrillo-en-cangas-de-juan-xxiii/).

Tras sus vacaciones del pasado año en Berzocana, mi hija Belén se dio cuenta de que le faltaban dos medallas que le había dejado su abuela paterna: Una de plata de mediano tamaño con las imágenes de los Santos Fulgencio y Florentina en relieve en una cara y el Arca en la otra; y otra de oro, más pequeña, con cada uno de ellos en el anverso y reverso, regalo con motivo de su matrimonio. Las medallas tenían un profundo valor sentimental por cuando la grande la lució la abuela en las solemnes festividades a ellos dedicadas en Berzocana como hacían y sigue haciendo muchas de sus mujeres. Ambas pues con una gran carga sentimental.

Al llegar a su domicilio arandino, y notada la falta, se inició una minuciosa búsqueda por maletas, bolsas y neceseres. Nada de nada, El coche también fue revisado. Se avisó al domicilio familiar de Berzocana y nada de nada, las medallas no aparecian. Hasta revisamos nuestro equipaje por si se hubiesen guardado en el sitio equivocado; nada.

Como quiera que la familia había estado también en Larna, nueva y exhaustiva búsqueda en el domicilio de la citada aldea. Que a mi suegra le pareció haberlas visto…, que si esto…, que si lo otro…, una y otra búsqueda y nada de nada.

En octubre, Maribel y yo volvimos a Berzocana y de nuevo revisamos y buscamos aquí, allá y acullá, con el mismo resultado negativo que a finales de agosto. Y ahí quedó todo sin que por ello la desaparición de las medallas se borrase de la mente de unos y otros.

Y así llegamos al domingo 23 de agosto del presente año, día grande de las fiestas patronales de Berzocana en honor de sus Santos Fulgencio y Florentina, limitadas, como ocurrió en todos y cada uno de los pueblos y ciudades de España, a aquellos actos que cumpliesen los autorizados requisitos sanitarios.

Cuando ya habían repicado a fiesta las campanas y estaban a punto de comenzar los actos religiosos, baja Maribel del piso superior y me muestra en su mano las dos medallas durante un año buscadas.

-Estaban colgadas en la esquinera-librería de nuestra habitación. Iba a pasar un trapo del polvo y las vi. No me lo puedo creer, estoy segura de que allí habíamos mirado un montón de veces.

La miré un tanto atónito, yo tampoco encontraba lógica alguna al suceso ya que  la citada esquinera está apenas a un metro de la cabecera de nuestra cama y es lugar donde se suelen dejar provisionalmente pequeños objetos de uso cotidiano y que Maribel tienen delante de su cara cada vez que se acuesta o se levanta. Y allí dormimos en octubre y ahora lo llevábamos haciendo desde hacía unos días.

General sorpresa de todos y la rápida reacción de cualquier berzocaniego.

-Esto ha sido cosa de Nuestros Santos;han querido que aparezcan precisamente en su día

-O de la abuela que ha intercedido ante ellos

Sea ello lo que fuere ,el caso es que la medallas han vuelto a las manos de mi hija Belén que se han sentido así un tanto aliviada. Bueno, todos hemos sentido esa sensación.

Dejo a su buen criterio el análisis, las causas y el porqué de lo ocurrido. Yo creo que al menos “milagrillo” hubo

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R. Mera

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