El convento de Corias se muere: solo quedan dos frailes

El convento de Corias se muere: solo quedan dos frailes

El convento de los Padres Dominicos de Corias se muere. No el edifico en sí, que se ha revitalizado desde su trasformación en Parador Nacional tras su venta en el año 2002 al Principado de Asturias. Se muere la vida monástica que en el mismo se ha desarrollado desde su creación en 1032 por los condes Piñolo y Aldonza. Y es que en el mismo tan solo quedan ya dos frailes.

El pasado noviembre se cumplían 160 años de la llegada de los dominicos al mismo. La orden dominica de los predicadores llegó a Corias en 1.860 fundando la llamada “Provincia dominicana de España” y un colegio de misioneros. También se instauró el noviciado y los estudios de Filosofía y Teología, potenciándose la Escuela Apostólica de la Provincia de España que perduró hasta 1.957.

Hasta la Desamortización de 1.836 el convento había pertenecido a los benedictinos.

Entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor, llegando a poseer tierras en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso de la vecina León.  En 1.773 tuvo que ser reconstruido en su mayor parte debido a que sufrió un grave incendio en el que solo quedó en pie la iglesia. En 1.835 el edificio pasó a ser escuela y cárcel. En 1.860 fue cedido a los dominicos, y en 1.982 fue declarado Monumento Histórico -Artístico Nacional. Fue rehabilitado de 2006 a 2012 para pasar a servir como Parador Nacional. Como tal se inaugura el 15 de julio de 2013 con la presencia de la Reina Doña Sofía.

Los dos padres que en el mismo quedan son muy conocidos en el concejo cangués: Francisco Javier García, popularmente conocido como “Pachi”, profesor de Religión durante muchos años, llegó en 1.965 como profesor al Instituto Laboral que se mantuvo activo hasta 1.981 en que cerró pese a los muchos esfuerzo que se realizaron para mantenerlo por parte de toda la Comunidad Educativa de entonces. El otro es Emiliano Burgos que llegó procedente de las misiones del Perú y pronto se convirtió en el sacerdote de algunas parroquias del concejo e incluso de Ibias.

Durante esa etapa, el convento mantuvo aún un buen número de dominicos llegando a la veintena. Ellos eran los encargados de la gestión del centro e impartían clases junto a otros profesores externos contratados. El instituto comenzó centrándose en la enseñanza de temas agrícolas, ampliándose después a materias técnicas, como el manejo de máquinas, hasta llegar al Bachillerato unificado.

La importancia que la puesta en marcha de este Instituto Laboral tuvo para el municipio y para toda Asturias es aún hoy difícil de valorar para muchos. Ochenta y seis alumnos, entre ingreso y primero, en su mayoría procedentes de familias de poco poder adquisitivo y, sobre todo, del mundo rural, iniciaron los primeros pasos de aprendizaje. Muchos de ellos finalizaron carreras universitarias llegando a ocupar puestos de responsabilidad en la sociedad. Otros quedaron por el camino, pero reconociendo que lo allí aprendido les ha servido para llegar a metas elevadas. En total fueron 24 años de auténtico esplendor académico, que sólo se vieron frenados con la entrada en funcionamiento del Instituto de Formación Profesional de Obanca, en el año 1981.

Corias acogió alumnos de muy diversas procedencias, esencialmente asturianos. La preparación alcanzó altas cotas de gran prestigio y han sido muchos los que después destacaron en sus oficios y profesiones. Muchos de ellos aún se mantienen unidos en la Asociación de Amigos de Corias que preside el exalcalde cangués José Manuel Cuervo.

Tanto los cambios educativos como sociales de la época fueron ahogando al Centro hasta que terminó siendo inviable debido a su propia estructura y equipamiento. Fue el principio del fin ya que muchos de los frailes de la plantilla educativa fueron destinados a otros centros de la orden. Con los cuatro nuevo que llegaron entonces lo hizo el ya señalado Emiliano Burgos.

Los frailes no auguran buenos tiempos y señalan que de no llegar nuevos religiosos la parte conventual que aún permanece en el grandioso edificio terminará cerrando poniendo así fin a una larga historia religiosa y social del suroccidente asturiano

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R. Mera

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