De Cartagena a Berzocana: Un viaje de ida y vuelta

De Cartagena a Berzocana: Un viaje de ida y vuelta

Procesión con las reliquias portadas por seminaristas

Al igual que en Berzocana y Plasencia, Cartagena (Murcia) también celebra la festividad de San Fulgencio patrón de esta importante diócesis murciana.

Nos hemos acercado hasta allí para ver cómo son los festejos y la curiosa historia, al menos para los berzocaniegos, de cómo fue el traslado de parte de las reliquias de Fulgencio y Florentina desde las Villuercas a aquellas tierras.

Y en ese día San Fulgencio es el protagonista por cuanto a él va dedicada la única   misa de rito mozárabe que se celebra periódicamente en la diócesis y una de las pocas de España, aunque en Toledo se celebra una regularmente. Es el momento cumbre de venerar las reliquias del santo cartagenero, San Fulgencio, llegadas desde Berzocana (Cáceres) en 1.594, junto a las de su hermana Santa Florentina, y conservadas en una urna de plata. De esta forma se crea el vínculo de unión entre ambas localidades, la murciana y la cacereña.

Las reliquias en Berzocana

Convites

Permítame el lector un aparte curioso. Desde que se tiene memoria y hasta hace bastantes años en Berzocana,  tanto el día de San Fulgencio como el de la Aparición o las Fiestas, terminados los oficios religiosas, sacerdotes, cofrades y algunos distinguidos invitados , acudía a un convite en la casa del mayordomo; convite que hacía de desayuno ya que, como recordarán muchos de ustedes, en aquellos entonces ni sacerdotes ni fieles podían comer ni beber nada antes de comulgar. Predominaban en la mesa, bizcochos, roscas de candelilla, perrunillas, magdalenas, prestillos, huesos de santo y otras delicias de la comarca.

También ocurría así en Murcia donde se sigue celebrando el tradicional convite aunque muy diferente en su oferta ya que el murciano es a base de boniato en dulce y mistela que el Obispado ofrece en el patio del Palacio Episcopal. También en Pozo Estrecho,(Cartagena), que celebra sus fiestas patronales se ofrecen las “pelotas galileas”, trozos de carne de pavo con  un majado de almendras, ajo y múltiples variaciones en la salsa. En esta ocasión, y por culpa del Covid, han suspendido ambas tras 322 años de celebración ininterrumpidos.

Con todo, explican, el vínculo entre la festividad de San Fulgencio y la misa mozárabe no es demasiado antiguo, ni fue iniciado, al menos en nuestros días, en la Catedral, sino en San Nicolás, donde una imagen del santo (la misma que hoy se conserva en la ermita de San Antón) recibió ese específico culto llegada la fecha del 16 de enero desde 1975.

Explicaba el cura Bohajar, el primero autorizado para celebrarla en su día, que se celebraba esa particular misa porque “con San Fulgencio, el rito hispánico o mozárabe alcanza su momento más brillante”. Contaba también que el rito mozárabe se remontaba “a los primeros tiempos de apostolado de la Península, época de la que conserva bastantes rasgos. Pero es hacia el siglo IV cuando toma carácter propio”, alcanzando su esplendor, en la época de San Fulgencio. “Consiguió subsistir durante el período de dominación árabe gracias a su carácter litúrgico de fuerte raigambre popular“. 

La catedral

Y así explican la historia:

“Por lo que se respecta a las reliquias, San Fulgencio y Santa Florentina fueron enterrados en Sevilla, junto a sus hermanos San Leandro y San Isidoro, siendo venerados sus restos por su santidad. Pero a partir del año 711, cuando los musulmanes iniciaron la conquista de España, muchos cristianos huyeron hacia el norte llevando consigo reliquias y ornamentos y ocultándolos.

UN San Fulgencio de Salzillo (Murcia)

Posteriormente, cuando estas tierras fueron reconquistadas en el siglo XIII, en tiempos de Fernando III, se repoblaron con nuevos cristianos, que fundaron aldeas y villas como Berzocana, cercana a la Guadalupe extremeña. Según la tradición, parece que fue en 1.223 cuando se descubrieron los restos de los santos Fulgencio y Florentina, al enganchar el arado de un campesino el arca que los contenía, y se depositaron en el templo de la localidad. Ya en el siglo XVI, se levantó un bello templo de hermosas proporciones, que es en el que se veneran hoy las reliquias.

O parte de ellas, porque en tiempos del rey Felipe II, un obispo de Cartagena, Sancho Dávila, reclamó las reliquias, y ante la oposición de su colega de Plasencia recurrió al monarca,que ordenó que parte de los sagrados restos fueran a la sede episcopal cartaginense, en Murcia, y parte al Escorial, cobrándose así su porción en el trato. Por tanto, se sacaron cuatro huesos de los mayores, de los que dos, uno por santo, fueron enviados a orillas del Segura.

La llegada

La entrada de las reliquias en la ciudad, el día 2 de enero de 1594, fue un gran acontecimiento. Terminada la misa mayor en la Catedral, marcharon en procesión a la ermita de San Roque, situada en terrenos del actual Parque de la Seda, el obispo, cabildo, comunidades, cofradías, gremios, mascaradas, danzas de cristianos y moros, timbales de la ciudad con pendones reales, autoridades y todo el pueblo. Llegó, procedente de Espinardo, una litera que portaba las reliquias escoltada de soldados. Frente a San Antón, los jesuitas instalaron un altar donde los alumnos del Colegio de  la Anunciata (hoy Casa de los Nueve Pisos) hicieron un diálogo en honra de los gloriosos santos.

Urna de plata con las reliquias (Murcia)

Siguió la procesión cantando las vísperas del día con música, cantores y chirimías. En el trayecto tomaron las andas, portadoras de una caja forrada de verde que contenía un cofrecito pequeño sellado, y entre tafetanes carmesí y verde, los huesos de San Fulgencio y Santa Florentina.

Y luego entraron a la Catedral por la puerta de la Trapería, llamada desde aquella memorable fecha de San Fulgencio

Eran portadas por los religiosos de Santo Domingo, San Francisco, Trinitarios, de la Merced y del Carmen, hasta las Cuatro Esquinas de la Trapería, donde las tomaron el deán, canónigos, racioneros y medios, que las llevaron hasta la plaza de las Cadenas (de la Cruz), en la cual había un altar desde el que se presentaron al pueblo las reliquias, que fueron adoradas por la multitud postrados todos en tierra.

Se leyeron las cartas de Felipe II para el obispo, cabildo y ciudad, haciendo donación de tan preciadas reliquias. Y luego entraron a la Catedral por la puerta de la Trapería, llamada desde aquella memorable fecha de San Fulgencio. Fueron colocadas en el presbiterio del altar mayor, lado de la Epístola, en el lugar opuesto al que ocupan las entrañas de Alfonso el Sabio, de donde es sacada la urna de plata que las contiene  en la actualidad cada 16 de enero para la procesión claustral, a hombros de seminaristas, y posterior misa de rito mozárabe. También ha sido así en este año de 2021, pero sin procesión”.

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R. Mera

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