Una exaltada crónica de la Descarga en 1.929

Una exaltada crónica de la Descarga en 1.929

FOTO. La Descarga en 1.927

Seguro que la gran mayoría de ustedes ha leído ya muchas crónicas de la Descarga canguesa. Casi tantas como años tienen. A mí, y allá desde el año 1.975, me ha tocado escribirlas, radiarlas y comentarlas en diversos medios. Pero me he encontrado una publicada en el diario “La Prensa”, de Gijón, en 1.929, firmada por Evaristo Valle, que quedó recogida en el libro “La explosión de la Fiesta” y que hoy reproduzco para ustedes. Seguro que no han oído ni leído otra igual

Tras unos párrafos descriptivos de su viaje con unos amigos a Cangas, previa invitación oficial, y en los que coloca al lector de fuera en situación tanto del viaje como de lo que allí encuentra señala:

“Fiesta del Carmen y de sol sevillano que prometía los mayores lujos para las tracas famosas de la tarde. ¡Oh, que grandeza! Hay que verse sobre el puente romanos, al pie de la imagen venerada y en el fragor del entusiasmo para concebirlo y comprenderlo.

Bajo el cielo vibrante al estallido de doce mi voladores, un calofrío corrió por todo mi cuerpo y me estremecí, entrelazándose mis pensamientos henchidos de poesía y heroísmo. Cada vecino, con máquinas   especiales, por las faldas de los montes circundantes, esforzábase con la mecha para precipitar los disparos. Era toda una raza en plena actividad simbólica. Raza admirable que solo mira a su propio corazón. Y el narrador se viene arriba en su descripción:

Raza despreciadora de los tesoros americanos por serle los suyos suficientes para vivir dichosa con el vino sabroso de sus viñas. Era todo aquello junto, mil cacerías de jabalíes, cien batallas de Covadonga realizadas a la moderna, y, sobre todo, la tradición y la felicidad de un pueblo hidalgo. La complacencia se inflamaba en los pechos, en este día caluroso de julio, a la sombra de los aleros de los palacios, en las fértiles laderas y en las frescas cuevas donde los cuencos, de mano en mano, repartían alegría. Y sube un peldaño más en su entusiasmo:

¡Dichoso pueblo que en estos tiempos frívolos logra un día tan fuerte y encantador. Sí, no hay duda, estos son los descendientes de Don Pelayo.

Una Descarga de la época

¡Qué momentos más agradables!…Eguren (su acompañante), en la procesión, se emocionó y exclamó a mi oído: ¡Qué pueblo tan simpático, parecemos príncipes; observa como nos miran las chavalas! Y de nuestros ojos se desprendieron lágrimas de gratitud y dicha. Y se justifica

Era todo aquello junto, mil cacerías de jabalíes, cien batallas de Covadonga realizadas a la moderna, y, sobre todo, la tradición y la felicidad de un pueblo hidalgo

No era para menos si se toma en consideración el orden de las cosas. Porque primero iban los estandartes, después seis monumentales ramos de los que pendían rosquillas gigantescas, luego nosotros tres con el señor alcalde, dando escolta a la Santísima Virgen del Carmen, y seguía el clero, las músicas, el señorío y la muchedumbre. Percátese el oyente de la descripción que hace de los que componen la procesión.

Y remata Valle: También yo me emociono y me pongo romántico donde se mantenga una chispa de sentimiento; y en el rincón de mis recuerdos hoy se añade uno más para que en otras horas de tristeza en mi mente surja Cangas del Narcea y alivie mis penas.

Pues como dijo aquel.:Ni quito ni pongo rey. Eso fue lo que escribió

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R. Mera

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