Y poco a poco desaparecen los bancos de las comarcas rurales

Y poco a poco desaparecen los bancos de las comarcas rurales

Las crisis generan unas tendencias y aceleran otras. Así ocurrió en el 2008 y vuelve a ocurrir ahora. Y como antes y ahora, los más perjudicados vienen a ser los más pobres, los más necesitados. Y en este caso hablo de pueblos y municipios.

En el 2008 se habló de “exclusión financiera”. ¿Qué quería ello decir?  Pues que como siempre, y bajo la artificiosidad del Lenguaje, se escondía  que  sencillamente que un gran número de ciudadanos, vecinos de pueblos y pequeñas cabeceras de términos municipales, de concejos, se quedaban sin servicios bancarios tras el cierre masivo de oficinas especialmente en las zonas rurales donde ni era ni es rentable permanecer.

En los últimos cuatro años se han perdido más de 6.000 oficinas, prácticamente todas ellas en zonas rurales

En los últimos cuatro años se han perdido más de 6.000 oficinas, prácticamente todas ellas en zonas rurales. Casi un millón y medio de personas no cuentan con sucursal bancaria alguna en su municipio. Se empezó por los pueblos pequeños y, como ya no quedan de los que marcharse, las empresas iniciaron su huida de las capitales de los mismos. En el 2016 había 183 municipios con más de 1000 habitantes sin oficina bancarias; en 2020 eran ya 304.

¿Y cuántos de ellos corresponden a Asturias? Pues 11, aunque la palma se la lleva Castilla-León nada menos que con 1.847. Incluso cinco capitales de concejo de más de 5.000 habitantes no tienen ya sucursales, e incluso la de Barrilano, en Navarra, con 7.000 vecinos, acaba de cerrarse: no es rentable, apuntan. Pues ya saben: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”

Pero no faltan las justificaciones desde los Bancos. “No tener una oficina en un municipio no es equivalente a estar excluido, ya que hay otras vías de acceso como la banca online”. Y se quedan tan anchos. Ni se planean que la mayoría de los vecinos de estas zonas rurales son gente mayor, generalmente sin habilidades digitales básicas y que no pueden desplazarse a otros lugares a cobrar sus pensiones, pagar recibos u otras necesidades.

Es muy difícil plantearse la repoblación en las comarcas rurales si fallan los servicios

Es muy difícil plantearse la repoblación en las comarcas rurales si fallan los servicios. Muchas veces me han oído decir aquí que la decadencia y desaparición de las aldeas comienza con la marcha de los maestros, a la que siguió la de los párrocos y seguidamente el cierre de los chigres.

Ahora ya no se trata de aldeas, la ausencia de servicios es cada vez más notoria incluso en las cabeceras de concejo, y lo que aquí hoy les cuento es un paso más en este sentido.

Bien están los planes, más o menos grandiosos, los diseños de ecológicos futuros efectuados desde las ciudades, los anuncios de plácidos atardeceres oyendo al urogallo… Todo eso está muy bien, pero, en principio, se necesita lo más diario y práctico. Y entre ellos están. Amén de la sanidad y educación, aquellos otros servicios que cubren las diarias y básicas necesidades de los pueblos.

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R. Mera

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