Cosas de Xuan: Un regalo lujoso, mojado y tocado

Cosas de Xuan: Un regalo lujoso, mojado y tocado

Buenas tenga ustedes, aunque hace tiempo que no acudo a esta página lo hago hoy porque tengo algo mu importante que relatarles.

Afíjense. No hace muchos días fue el mío cumpleaños, muchos, cumplí muitos. Pues bien, la mío nieta, la mayor, la que tá en Oviedo, muy moderna ella, ocurriósele  regalarme un circuito en un spa de esos que llaman. En principio entendí que era algo que tenía que ver con los coches, pero quiá. La historia era otra mu distinta. El caso es que había que dir a Oviedo a la cuestión, y allá que fuimos los dos. Ella como si tal cosas, yo, mosqeao, un tanto mosqueao. Había que estar en el dichoso spa a la diez por lo que madrugué, afeiteme, dúcheme y acicáleme para la ocasión. Hasta estuve tentao de poner la tarabica.

Xuan visto por Neto

-Pero abuelo, ¿dónde vas echo un pincel?      

-Contigo al spa ese, por eso me he arreglao.

-Anda, anda, que te valía bien con ir en chándal, y sería mucho más cómodo,

No lo entendía muy bien, pero la nena ye cabezona como la su madre, mi fía, así que opté por callarme y emprender el camino. Y es que el dichoso spa ese taba nada menos que un hotel. No en uno cualquiera no, en uno mu emportante, allá xunto al edificio del Parlamento. Pues no iba yo estirao ni ná!

Llegado allí, atiéndenos una señorita que nos invita a seguirla. Arraparé que toas las que por allí andaban de aquí para allá diban de negro, de luto reguroso. No me dio buena espina, tal parecía que díbamos a un velatorio.

Metionos una habitación y díxonos toa seria:

-Dejan aquí la ropa, pónganse los gorros y las chanclas y dense una ducha rápida

-¡Oiga señorita!, que yo ya me duché esta mañana pa venir aquí

-¡Abuelo!

La mio nieta fulminome con una mirada

Cuando salió la señorita enfrénteme a ella

-Cagonningúndios. Yo venía dispuesto para una fiesta y lo primero que me dice es que me duche. Eso es como llamarme guarro así a la cara. Debe de ser que los de la capital se creen que los de los pueblos solo nos duchamos una vez al año, el día de la fiesta. Y eso no es así por lo menos desde que yo fui a la mili.

Cada vez me mosqueaba más, pero no quería contradecir a la mi nieta que me había hecho ese raro regalo moderno con toda su ilusión y su buena fe.

Marchóse la rapaza diciéndonos que nos preparásemos que volvería por nosotros.

Mirando de reojo aquí y allí hube de desnudarme, quitarme los calzoncillos y ponerme un bañador que mi nieta traía escondido. Luego me dio unas chanaclas de tres al cuarto que no se sujetaban al pie ni a tiros. ¡Y el colmo!. Un gorro, un gorro así como de goma, apretao por toas partes. Y pa rematar: la mascarilla.

No quise ni mirar p´al espejo. Si me ve Pasquín q.e.p.d, o cualquier paisano del pueblo córrenme a gorrazos por fato.

-¡Vaya cuadro señor! Iba hecho un cuadro. Ya encima llega una señoritinga toda vestida de luto y con manga corta:

-¡Síganme por favor!, les voy a enseñar el circuito

Dábame una vergüenza de la leche. Y es que a mis años uno no tiene nada que enseñar, solo esconder y esconder.

Dejonos junto a una piscina pequeña y con una forma rara y explicó a la mi nieta como iba la cosa aquella. Seguidamente subimos unas escaleras y enseñonos así como dos cuartos cerrados que llamaban saunas, otras duchas ya un montón de hielo.

No me gustaba aquello un pelo. ¿Otra ve a ducharme? ¡Joderr con los de Oviedo!

Volvimos a la piscina.

-¡Hala abuelo, dentro!

Ella entró a toa leche, pero yo fui tanteando los escolanes despacio y agarrándome al borde. No me fiaba, y lo del nadar no era lo mío.

¡Mira abuelo mira!

La nieta había provocado un remolino en el agua y ésta la envolvía con gran ruido. ¡Está estupenda, ven abuelo!.

Me cedió el sitio y diome la risa. El agua me envolvía por todas partes golpeándome. Hube de sujetarme porque m empujaba p´alante. Tuve allí un rato hasta que paró. Unos pasos más allá, te colocabas de nuevo, dabas a un botón y ¡hala!, chorro que te crió en los costillares, las lumbares según mi nieta. Dos pasos más y chorro de nuevo, ahora un poco más abajo. Empezaba a gustarme aquello. Un poco más adelante, otro chorro. Ya por en medio un envolvente, uséase que el agua te envolvía en un remolino dándote por toas partes, otra vez hube de sujetarme con fuerzas. Y p´alante.

Y allí fue ella chacho.

-Ponte aquí, me dijo la nieta en plan marimandona.

Púseme obediente, diole al botón y vinóseme encima la mundial. Un tremendo chorro de agua diome un estacazo nos hombros y el cuello empujándome hacia adelante. Hubo de sujetarme la nieta para tornarme al lugar y aguantar el chaparrón que se me vino encima, una cascada en toda regla.

Pero escuchen. Aquello comenzó a gustarme y cuando hube de pasar al siguiente, me negué y la obligué a que me enchufase de nuevo las cascada aquella de las cervicales.

 Había que seguir, así que subimos a una habitación que tal parecía la antesala de los infiernos ¡Vaya calorísima! Lo llaman sauna. Tumbámonos en una especie de literas bajitas y aguantamos casi un cuarto de hora. A punto estuve de quedarme pajarito. ¡Y hale, a la ducha otra vez!

La p…que la parió. Salía el agua calentina ya de pronto, ¡chorro frio!, ya luego caliente, ya otra vez frio. Ya salía yo cuando llegó de nuevo la chavala de negro y nos dijo que se había acabado el tiempo, que había que pasar a los masajes. ¡Hay mi madre, esa sí que fue gorda!

Entramos en otra habitación, diéronme unas toallas pa secarme y unos calzoncillos minúsculos ya fininos que costome un güevo ponérmelos. Abriome la cama montada en una camilla ya metiome dentro. Apagaron la luz ya tan solo quedó una rojiza a la vez que comenzó a sonar una musiquina de esas que llaman de ambiente.

¡Hay chacho! ¡Allí fue ella! Arropome la rapaza ya metiome la cabeza por un furaco que había na camilla. Me destapó una pierna, untome con algo y acomenzó a darme p´arriba ya p´abaixo con muita suavidad. No veía ni oía nada, tan solo sentía las manos y allá lejos, la música suavecina. Cuando noté que iba con la mano p´ala planta del pie agárreme con fuera a la camilla. En cuando alguien me tocaba la planta coceaba como una mula falsa. ¡Pero lo que saben esas rapazas!; no solo me tocó, sino que me masajeo. Y fui aflojando y aflojando las manos ya relajándome y al final hasta gustome también. Taban  gustándome demasiaes cosas de aquello

Tapome la pierna ya destapome la otra. ¡Y vuelta a empezar a darme p´arriba y p´abaixo!

Antes de tumbarme tal me pareció que la chavala era menuda y joven. Pero se notaba fuerza en sus manos. Tapome la dos pierna y a destapome de la cintura p´arriba. Ya venga a darle con las manos y los dedos, ya p´arriba  ya p´abaixo, ya untarme con aceites según me dijo luego la nieta. Taba gustándome aquello. Creo que me quedé con la mente en blanco, solo notaba el ir y venir de las manos de la rapaza por la espalda, los hombros y el cuello.

-¿Puede usted darse la vuelta?, me dio suavemente

Obedecí sin rechistar. Púsome un trapo calentino na cara ya tapómela, así que tampoco pude verla

 Cada vez me encontraba más a gusto. Acurdeme de la mío Manula. ¡Si llega verme!:¡Una moza tocándome por toas partes! ¡Chacho, chacho!

Repitió con los brazos la misma maniobra que con las piernas. Y diome a los deos uno tras otro. Ya luego la tripa, ya el cuello ya los hombros; antes fue por atrás, ahora por delante. Me encontraba muy a gusto y me parecía que cada vez pesaba menos.

-Si se quita la mascarilla le hago el facial completo, sino solo la frente; me susurró la chavalina

-Quitemela rápido ya comenzó a masajearme la cara, ya la frente, ya hasta las orejas. ¡Chacho , chacho!

Quitome la mascarilla, acabose la música ya encedieron las luces. El circuito había terminado

– ¿Qué? ¿gustote?

-Gustome, gustome muito, alcuentrome como un rapaz de veinte años. Vamos que no me importaría venir cada mes.

Menos mal que no me mandaron ducharme otra vez; nos dijeron que podíamos hacerlo si queríamos, pero mejor dejar que la piel fuera absorbiendo los aceites. ¡Pero qué cosas señor, qué cosas!

Al salir di un beso a la nieta e invítela a un café en La Malloquina.

¡Qué modernidades amigos! Y ya saben, si algún nieto o a fío le invita a un circuito, ni lo duden, váyanse con todo aunque hayan de disfrazarse ya ponerse unos calzoncillinos.


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R. Mera

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