Agua, frío y nieblas en la aldea. Tal parece que preparamos vacaciones navideñas

Agua, frío y nieblas en la aldea. Tal parece que preparamos vacaciones navideñas

Agua, frío y nieblas en la aldea. Tal parece que preparamos vacaciones navideñas y no veraniegas

Sigue timorato el verano. El sol lucha diariamente contra nieblas y neblinas sin llegar plenamente a dominarlas.

Mientras en otros lugares de este país (antes España) brilla y calienta acorde con los parámetros que la Naturaleza define teóricamente es lo que corresponde, en nuestros lares racanea y se deja dominar por los estertores del invierno que se saltaron la primavera tachándola del calendario meteorológico.

Se quejan los jubilados ejercientes de hortelanos de la falta de sol y de calor. Están mustios los tomates, pimientos y demás productos de la huerta. Y están mustio sus cuidadores que miran al cielo y piden al sol se manifieste de una vez por todas y julio ejerza de julio y no de marzo. Incluso el aire se mantiene, susurran al convecino de explotación.

Están mustios los tomates, pimientos y demás productos de la huerta. Y están mustio sus cuidadores

Subí a la aldea de Larna con mi mujer. Había que adecentar la casa solariega de sus padres, cerrada desde el pasado septiembre, para adecuarla de cara a la llegada de su madre a últimos de este mes como hacen tantos emigrantes.

Intenta asomarse el sol sin conseguirlo. Desde los altos comenzaron a caer las nieblas por los cuatro puntos cardinales. Comenzó a llover y se oscureció la tarde. De una cercana chimenea surgió una columna de humo que trajo olores de invierno. Tal me pareció que se acercaban las Navidades. No encontraba sentido al hecho de estar preparando algo para un teórico verano que no acababa de dar señales de su llegada pese a llevar ya casi veinte días de un teórico cumplimiento.

De una cercana chimenea surgió una columna de humo que trajo olores de invierno. Tal me pareció que se acercaban las Navidades.

Vacío parecía el pueblo. No se oyó un solo ruido. Ni siquiera las chuecas de las vacas o el ladrido de algún perro. En toda la tarde tan solo pasó un vecino camino de algún menester en los prados cercanos.

Me invadió la sensación de frío. Y es que habréis de saber, amigos, que llevo un par de veranos, (¿o quizás sean tres?) de vacaciones agosteñas pasando frío. Sí frío, y eso que hubo días en que se encendió la calefacción en pleno agosto.

Algo me dijo que este año se repetirían los hechos. En la radio, los informativos daban cuenta de playas llenas y calor abundante.

-Es lo que tenemos que pagar por mantener nuestros verdes, me dijo alguien en una ocasión.

Pues así habremos de admitirlo

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R. Mera

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