Del Bálsamo de Fierabrás al del diálogo

Del Bálsamo de Fierabrás al del diálogo

 

Permítame el lector un acercamiento al bálsamo como general conocimiento, especialmente de los más jóvenes, muchos de los cuales aún no se han acercado al Quijote por fas o por nefas

El bálsamo de Fierabrás, al margen de la terapéutica médica convencional, pertenece al conjunto de remedios mágicos de la literatura caballeresca medieval. Según la tradición compilada en la Historia Caballeresca de Carlomagno ,Fier-a-bras, “el de brazo feroz”, era un gigante sarraceno que portaba en su caballo dos barriles con bálsamo sustraídos en Jerusalén, y procedentes del que había sido empleado en la sepultura de Jesús.

Hasta yo, allá en mi niñez, oí hablar de sus sanadoras propiedades.

En el transcurso de un combate, el gigante perdió los barriles, que fueron encontrados por su enemigo Oliveros, quien bebió del bálsamo y curó de sus heridas mortales. Ello se hizo muy popular y prácticamente ha llegado a nuestros días. Hasta yo, allá en mi niñez, oí hablar de sus sanadoras propiedades.

Este remedio estaría compuesto, según se relata en El Quijote, por aceite, vino, sal y romero, sobre los cuales han de recitarse a modo de ensalmo, “más de ochenta paternoster y otras tantas avemarías, salves y credos, acompañando a cada palabra una cruz a modo de bendición”, imprescindible todo ello para que el bálsamo sea eficaz.

¿Y a cuenta de qué viene esto?, se preguntarán ustedes. Pues les aclaro. Resulta que en estas fechas se ha descubierto, un nuevo bálsamo de Fierabrás capaz de acabar con todos los males y encontrar todas las soluciones a todos los problemas.

Sí, sí; no se asombren. Se llama “diálogo” y ha sido descubierto no por los científicos, sino por los políticos de todo signo y procedencia.

Es tal éxito del nuevo bálsamo del diálogo que ha venido a sustituir con gran éxito al de Fierabrás.

Todo lo arregla el dichoso “diálogo”. Da igual que no se acuerde nada, que no se tome ninguna decisión, que no se actúa sobre asunto alguno, que no se acuerde ninguna Ley, reglamento, acuerdo… Eso es todo pecata minuta. El caso es dialogar y más dialogar. No decidir, que de eso no se dice nada; hay que dialogar; y es tal éxito del nuevo bálsamo del diálogo que ha venido a sustituir con gran éxito al de Fierabrás.

Y aquí no cabe aquello de que dos no discuten si uno no quiere, o no dialogan. Aquí aunque uno no quiera e incluso lo cacaree, siempre acudirán los buenistas del progresismo de moqueta con su letanía: eso se arregla dialogando. Y allí se queda el crédulo dialogando consigo mismo meses y meses, o años y años.

Uno, en su ingenuidad, creía que el diálogo era el camino para llegar a acuerdos, y ahora descubre que no, que en el mundo político, el diálogo es la solución en sí mismo, aunque no se llegue con él a acuerdo o decisión alguna.

Sírvanos de ejemplo lo sucedido entre los gobernantes españoles y los secesionistas catalanes

.Comparte en tus redes sociales
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on LinkedIn
Linkedin
Pin on Pinterest
Pinterest
Share on Tumblr
Tumblr

R. Mera

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.