CAÑÓN o la sabiduría de Sancho

CAÑÓN o la sabiduría de Sancho

Salvo quizás los muy, muy jóvenes, pocos vecinos habrá en el Suroccidente astur que no conozcan a Cañón. Su estar, su hacer, y su saber pletórico de ciencia y sabiduría popular han roto las fronteras  de su municipio tinetense y le han puesto a la cabeza de las reivindicaciones y protestas de este tan olvidado suroccidente asturiano. Quizás también sus excentricidades que, eso sí, siempre buscan atraer la atención sobre aquello que defiende.

Fue registrado como Fernando Álvarez Mon, pero su apodo tapó su nombre y él mismo se encargó de llevarlo a todas partes de la mano de su buen hacer, pero sobre todo de su humor. Humor que ha sabido y sigue sabiendo utilizar en todas sus campañas reivindicatorias, que son ya muchas. Hoy en día es uno de los miembros más activos y, digámoslo también, más querido, de la Plataforma “El Suroccidente también existe. Por unas carreteras seguras y modernas”

 Y precisamente ese humor, pleno de corrosiva e intencionada  cazurrería, le ha llevado a más de un problema con la autoridad competente en cada caso, autoridad que le ha venido llamando al orden y advirtiendo con  la aplicación de la maquinaría administrativa, cuando no con la más disuasoria de la penal y recaudatoria, ante cada nimiedad o disfraz.

Pero nada esto amedranta a Cañón. Es más, lo hace crecerse y acudir una y otra vez allá donde  es necesaria su presencia y apoyo. Y Cañón, Fernando, siempre da, nunca pide. Y lo ha demostrado a lo largo y ancho de su concejo desde hace tiempo. “Hechos son amores y no buenas razones” dice el refrán que él cumple a rajatabla.

Ahora acaba de llegarle una sanción por manifestarse sin permiso. ¡A quién se le ocurre nada más que a él! Aunque ya llevaba unas cuantas, ésta vez le esperaban.

Era el día 11 de octubre del pasado año, a las once de la mañana, cuando Cañón irrumpió en el tinetense Polígono del Curiscada a la cabeza de una veintena de tinetense, protestando por la situación de abandono de las carreteras y el retraso o el olvido de las obras.

La multa

Y no lo hizo, no, cual Sancho cervantino a horcajadas de rocín aún cuando la figura no desentonara para ello en absoluto, sino cual cura postconciliar tirando del ronzal de dos acémilas sobre las que bamboleaban dos pancartas reivindicativas. ¡Vade retro Satanás! ¡Y sin permiso! En España y sin cumplir con la Administración y el consabido e inútil papeleo. Grave, grave pecado  reo de las más horribles penas infernales y administrativas, lo que viene a ser más o menos lo mismo en este país, antes España

¡Cañón quedas denunciado!, dijo la Guardia Civil tinetense. Y le llego la consabida comunicación con sus fundamentos de hecho y de derecho, sus antecedentes y consecuentes, sus farragosas disposiciones estudiadas y aplicadas con especial interés buscando siempre el oscurantismo y desconocimiento del personal cual antaño hacían xarreiros, ferreiros, cesteiros o contrabandistas creando especiales códigos  de lenguaje  tan solo interpretables por los muy iniciado, por los del gremio, y que les permitían comunicarse y entenderse con total impunidad y sin conocimiento de los ajenos, por ejemplo en las ferias

100 euros de multa, 50 por pronto pago. “Voy pagarlos” dijo orgulloso Cañón, “voy pagarlo por la Libertad, y espero lo empleen en el obras del puente de la Barrosa”. Y se desataron las redes en su apoyo y defensa, y quisieron abrir una suscripción popular. Y Cañón con sapiencia infinita y sabiduría del más puro sanchismo. (El del Quiote, no el del presidente del Gobierno, que no hay color alguno) asevero

– Me vasto y me sobro yo solo, y aún queda pa pagar alguna más.

Diose la vuelta y quedó a sus detractores y perseguidores administrativos con las vergüenzas al aire.

¡Grande Cañon!

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R. Mera