El rodillo digital y la vergüenza de sentirse torpes de nuestros abuelos

El rodillo digital y la vergüenza de sentirse torpes de nuestros abuelos

Pues pese a todos los pesares y propagandas políticas, sí se están quedando muchos atrás. Y no voy a mirar hacia el todo, solo lo haré con una parte: los mayores. Y desde un solo punto de vista: la vergonzosa y descarada actitud de  instituciones, dirigentes y entidades de todo pelaje y condición  hacia ellos. Su olvido, su ninguneo, incluso su marginación.

Son muchas las personas mayores, y especialmente en esta comarca,  las que perdieron ha ya tiempo, por múltiples causas, el tren de la transformación digital, su adecuación a las nuevas formas de vida y con ello se han visto maniatados ante la imposición de la banca online de las entidades bancarias.

-Venía a sacar dinero

-¿Cuánto quiere?

-Trescientos euros.

-Para menos de mil ha de ir al cajero, nosotros no podemos dársaelo

Y allá va el abuelo tembloroso y apocopado a la espera de que algún buen samaritano le eche una mano en aquella endemoniada pantalla, que  la mayoría de las veces refleja y en la que no se ve nada.

Hay empleados que lo pasan mal, es cierto Les gustaría ayudar, darlos el dinero, ir con ellos al cajero. Pero las órdenes son estrictas. Como mucho les autorizan a instalarles la APP en el móvil, móviles que en muchos casos ni siquiera están preparados para ello.

-Venía a pagar un recibo

– ¡¡Uff!! Llega tarde. Eso es tan solo de nueve a once.

Y vuelven el abuelo o la abuela a casa tirando de su doliente cuerpo y pensando en que ha de repetir el viaje.

Y vuelven el abuelo o la abuela a casa tirando de su doliente cuerpo y pensando en que ha de repetir el viaje. O incluso, y más grave aún, buscar un taxi para volver al pueblo. Y volver a llamarlo al día siguiente para poder acudir en el horario señalado.

-Mire es que no me mandan recibos y no sé cuanto pago de luz o de agua.

– Es que ya no mandamos recibos, tiene que mirarlo en la APP o pedir un extracto de su cuenta en el horario que hasta ahí apuntando en ese cartel.

– Y mira el abuelo, apesadumbrado y farfullando, que tendrá que seguir sin saber lo que paga, o el dinero que le queda en cuenta, y que tendrá que esperar a que venga el nieto para que se lo mire a través del móvil. Y salvan los que tienen nietos a mano. Otros muchos, como aquí ocurre en la mayoría de los casos, los tienen en las ciudades o solo los ven de verano en verano.

Y los jubilados, en su día a día, se sienten desamparados, indignados, y muchas veces con miedo de asomarse a ese endemoniado mundo que llaman Internet

Y no es que no lo intenten. Sí. Y muchos acuden a cursos y cursillos, pero no logran superar el miedo a mover sus dineros en un mundo intangible y “sin recibos ni papeles”. El otro problema es que la tecnología se impone también en las Administraciones a un ritmo más rápido del que pueden seguir estos abuelos.

-Pida hora por el por Whatsapp, o inténtelo por teléfono y lea las instrucciones y horario en nuestra página de Facebook, le dicen en al ayuntamiento

-La cita para su consulta debe de pedirla por teléfono o correo de 9 a 10 de la mañana, y meta el pasaporte Covid en el móvil, le reprenden en el Centro de Salud.

Y todo se agrava más cuando no están los hijos o los nietos cerca. Y los abuelos se encierran cada vez más en sí mismo y en sus ayeres.

Y es que según la Unión democrática de Pensionista y Jubilados, el 40,5% de los mayores de 65 años no han utilizado nunca Internet, y entre los mayores de 75 esta cifra crece hasta el 55,4. El 61,5 de los abuelos solo tienen estudios primarios y el 55,4 viven solos. Con estos datos, amigos oyentes, saquen ustedes mismos las consecuencias de cuál es la situación y la vergüenza de “sentirse torpes”  que sienten a menudo muchos de nuestros mayores.

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R. Mera