Insultar ya no es insultar y denigrar es poco menos que alabar

Insultar ya no es insultar y denigrar es poco menos que alabar
Las conclusiones de una jueza imagino que progresista

Sí, ya sé que soy viejo, pero hay cosas que me hacen sentirlo aún mucho más de lo que mi calendario biológico marca, Miren yo he sido, y sigo siendo, de esos que lo creer en la Justicia, pues que como lo justito. Y más aún con las nuevas, digamos “interpretaciones” que, usemos lo de sus señorías, siguen impartiendo. Y para muestra…

No hace muchas fechas, la magistrada sustituta del Juzgado de Primera Instancia número 5 de Oviedo, encargada de dirimir una demanda de tutela del derecho al honor presentada por una persona que fue vilipendiada durante la transmisión de un programa radiofónico, determinó que decir de alguien que es un “hijo de eso… de mala madre”, mandarle “a tomar por donde amargan los pepinos”, en su dicción más clásica, y poner en duda su ética profesional en una tertulia radiofónica no puede “considerarse como un menosprecio o vejación”.

 Para la jueza, se trata tan solo de “unas expresiones que forman parte del lenguaje coloquial de uso común y que, a fuerza de normalizar su uso, prácticamente a diario, por personas de todas las edades y condición, han venido a perder la consideración de insulto”. Pero no se queda aquí, la magistrada va más allá y no solo exime de condena al autor de las frases, sino que… endosa las costas del juicio al demandante.

Decir de alguien que es un “hijo de eso… de mala madre”, mandarle “a tomar por donde amargan los pepinos”, en su dicción más clásica,no puede “considerarse como un menosprecio o vejación”

Y remata la jueza -imagino que ataviada con toga y puñetas encaramada en su tarima-  añadiendo que, a su juicio “ las expresiones que nos ocupan no atacan ni perjudican a la profesionalidad y dignidad del demandante, sino que las mismas se profieren, “en el contexto de una charla informal, y en todo caso, son expresiones carentes hoy en día, por su reiterado uso cotidiano en nuestra sociedad, del matiz que se pretende conferir, como insulto o vejación, expresiones por tanto que han de encuadrarse, en mi opinión, en el ámbito del derecho a la crítica y libertad de expresión que reconoce nuestra Carta Magna”.

Pues aquí paz y después gloria. Barra libre para tertulianos de toda clase y condición y, aún más para los personajes y personajillos de Tele-5, expertos en este tipos de análisis lingüísticos “sintácticos y paradigmáticos” que señalaba el “profe” cangués Tomás Tornadijo, o para los analistas radicales de barra o esquina de mentidero

Y digo yo que la tal jueza se habrá dirigido a la RAE para que modifique su consideración de insulto

Mas digo yo, amigos lectores, que no me veréis a mi metido en beregenales tales de insultos y palabras, ya soeces ya malsonantes, o consideradas así por mis paisanos de aquí y de allí, aún cuando la jueza de turno venga en darme la razón y no  considere insultos a determinada locuciones al tratarse de “expresiones de uso común en nuestra sociedad y, por tanto carente del matiz que lo lleva a ser insulto”.

Y digo yo que la tal jueza se habrá dirigido a la RAE para que modifique su consideración de que insulto es: 1.“Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones. 2. Acción que ofende o humilla a una persona. Y agrego que también habrá de hacerlo con sus sinónimos como son agraviar, ultrajar, injuriar, despreciar, denigrar, herir, faltar, difamar, zaherir, vejar, deshonrar, desacreditar…

Para ponerse a mear de urgencia y no echar gota

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R. Mera