NARCEA.- Alfredo y Serranín, carteros que fueron, se asomaron a la nueva oficina de correos

NARCEA.- Alfredo y Serranín, carteros que fueron, se asomaron a la nueva oficina de correos

Cangas del Narcea cuenta con una nueva y luminosa oficina de correos. Está ubicada en el número 5 de la avenida de Oviedo, en el popular  Barrio del Corral.

Y uno, que es un sentimental en los recuerdos de unas y otras personas, más que fijarse en las condiciones y ventajas de la nueva oficina se deja arrastrar por los recuerdos e imagina que hubiesen dicho de  ella aquellos  más que célebres funcionarios de correos de la Cangas rural y del expansionismo minero. Y me traslado en el tiempo a aquella oficina un tanto tétrica y oscura de la Calle Dos Amigos que conocí en 1972 y cuya ventana a la calle permanecía abierta de primavera a otoño  permitiendo las charlas y saludos entre los de dentro y los de fuera, A aquellos funcionario tan solo les faltaban  los manguitos y la visera para permanecer aún en el siglo XIX. Y me acuden las caras a la mente, pero no logro casarlas con los nombres. Pepe era el jefe de correos; alto, grande, con un pequeño bigote, amable y muy comunicativo. Sus empleados le tenían gran aprecio y respeto. Y  entre ellos destacaban especialmente dos: Serranín y Alfredo, Alfredo y Serranín.

¿Qué dirían ellos si hubiese conocidos estas nuevas oficinas?

Ya en aquel entonces Alfredo, que era primer oficial, según la terminología administrativa, se hacía cruces de las “innovaciones” que quería introducir Pepe

-¡Fíjate tú que quiere que todas las perras que entren en la ofician estén en la misma caja! Si son de sellos, a la caja; si de pólizas, a la caja; si de certificados, a la caja; si de tarifas de paquetería, a la caja….¡Vaya popurrí!  ¡Así no hay dios que se entere! ¡Y a ver como coños haces caja si no sabes de dónde viene cada  peseta!

Y es que para ellos, como la administración tradicional mandaba, lo esencial era el tener una caja para cada cosa y cada cosa en su caja

-No te sulfures Mayor (así le llamaba  Serranín) que siempre que llueve escampa y no hay mal que cien años dure. Vamos a echar un vinín y que cada perro se lama su rabo.

Las retahílas refraneras de Serranín era muy populares y te colaba una de ellos a la más mínima.

Y desde ese furaquín que hay en el cielo y que los cangueses utilizan para ver la Descarga, se asomaron los dos amigos y compañeros a ver el nuevo local de la empresa a la que dedicaron su vida y sus ilusiones.

-¡Ostras Mayor! ¡Vaya lujo! Por aquí hay que andar en patinete si no tardas una hora e ir de un mostrador a otro.

-¡No seas cafre! A ver si vemos cuantas cajas de recaudación y pagos tienen, lo mismo ya no tienen ninguna con eso de las modernidades que trajo Pepe.

-¡Cagonmimanto Mayor!, aquella paisanina ta pagando con un trozo plástico! Cosas veredes que no creerás.

-Sigues siendo un pardillo, creeste todo lo que te dicen.

-Oye.  Dice nesi cartelón que hay na puerta que se han gastado en este asunto 360.000 euros, ¿cuánto será eso?

-Por lo que he oido a los últimos que aquí han llegado cada euro de esos vale unas 166 pesetas, así que allá por  cerca de sesenta millones

-¿El qué ho? Con esa borricadísima compramos el concejo de Ibias entero y vero. Por dinero baila el perro

-Sí hombre, pero se trata de un local de 380 metros cuadrados, un 74% más amplio que el anterior que tuvimos, y ese ya era moderno, que acuérdate estaba en la calle Gabriel Arce, nuestro amigo  Chapinas.

– ¡Fíjate, fíjate bien! Allí pa´l fondo la cartería, con 17 personas a cargo de José Luis, que cubren el reparto de Cangas, Ibias, Degaña y Allande. ¿Acuérdaste de  cuando teníamos que descargar a medio kilómetro del local porque no había forma de que llegasen camiones ni coches? ¡Pero éramos felices? ¿Eh Serranín?

-Ya, y no teníamos mesas para todos los carteros. Y apenas nos llegaba el sueldo y había que hacer milagros para que te sobrara algo para algún que otro vinín y cuchipanda. A mi me salvó el clarinete ya´l Son D`Arriba. Bueno y el andar de camarero en alguna que otra boda. ¡Mira mira! Hasta pueden entrar en silla de ruedas. ¿ Que pasada Mayor! ¡Esto s´i que es llegar a la modernidá!

Y allí se quedaron un rato los dos amigos admirando y comentando la nuevas instalaciones, las vestimentas y uniformes, el ir y venir, y el hacer y deshacer de aquellos que les han sucedido y las gentes que entraban y salían en el nuevo edificio.

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R. Mera