SUROCCIDENTE.- Los corrillos y el buen mal tiempo

Nuevos viñedos en Cangas

Media Mayo. Pasan las nubes lentas, blondas, pesadas, oscureciendo el atardecer o retardando el amanecer. Se ha ido abril y ha llegado mayo sin ruidos, sin que lo sintamos, exactamente igual que se vienen suceden los meses o las estaciones desde el principio de los tiempos. E igual siguen nuestras rutinas. Y por ello al calor de un sol más propio de junio o julio que de primavera adaptamos las nuestras. Y el personal busca el paseo vespertino desperezando músculos e intentando calentar los huesos para que suelten el frío acumulado en el invierno quizás en un vano intento por recuperar algo del vigor perdido

Hay un corrillo ocupando la acera en la recta de Santa Catalina en sentido La Himera. Hablan acaloradamente casi todos a la vez. Me paro junto al corro con  la intención de parar pero nadie se mueve. Al final me veo obligado a salir a la calzada torciendo el cuello para ver si llega algún coche por la retaguardia más deprisa de lo normal, algo que no suele ser tan raro. Un `poco  más allá, cerca ya del hospital me veo obligado a repetir la maniobra. Y como yo los demás viandantes que caminan en la misma dirección. En ninguna de las ocasiones nadie parece darse cuenta de la obstrucción que se produce en la acera o bien  creen están en su perfecto derecho de hacer lo que hacen. Y no hablo ya de normar o legalidades sino suplemente de educación ciudadana. Aquello que en mis tiempo escolares se llamaba urbanidad.

-¡Buenos días Pepe! ¡Vaya tiempo que tenemos! Es buenísimo, esto es una maravilla!

-¡Mecagoentoloquesemenea!, oí más como bufido de res escarbando que como frase de nuestro idioma.

-¡Buen tiempo, buen tiempo! ¡Este tiempo es una mierda! Y de bueno nada. ¡Es malísimo! Malísimo para todos menos al parecer para los que solo os preocupáis de ir y venir, darle a la lengua, arreglar el país y poner  a parir al alcalde sea el que sea. ¡El tiempo es malo, malo de malísimo y …. La retahíla que siguió prefiero no reproducirla. Paré un tanto disimuladamente para ver en qué paraba aquello.

-Perdona chico, no pensé que te iba a sentar tan mal mi comentario. Pero si a esto no lo llamas tu buen tiempo no se a qué se lo llamarás.

¡Parece mentira para tí que eres de pueblo! Que lo digan los lechuguinos de Madrid, quizá lo pase, ¡pero los de aquí, los del pueblo, los del campo! Mira que te digo. Abril es mes de agua, y mayo de chubascos y algo de solecito, es el tiempo de preparar las huertas. De Noviembre a enero debe da haber nieves y frio; en julio y agosto calor, y enoctubre m´s agua, la otoñá. Eso es lo que requiere el campo y la agricultora, y los sembrados, y el ganado, y todo lo que nos permite labrar, sembrar, cuidar, recoger y… poder comer. ¿O eras también de los que se cree que la leche la producen los grandes almacenes de Oviedo? Si la cadena se rompe como ahora está ocurriendo vamos al tacho, y todo viene mal y  faltan cosas, y suben los precios… y aumenta las enfermedades y falta el agua hasta para beber… ¡Buen tiempo! ¡Voy darte yo buen tiempo!

No fue la cosa a más y continué mi paseo no sin tener que esquiva algún que otro corro en la recta del Pontón. Entendí la postura de Pepe y su conocimiento del campo y del tiempo aun cuando los urbanitas, y ya también muchos de villas y pueblos, llamamos malo al bueno y bueno al malo.

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R. Mera