LA DESCARGA.- Y volviéndose, aplaudieron

Me van a permitir ustedes que vuelva sobre la Descarga. Y es que son muchos los matices y circunstancias que definen la misma. Hemos de admitir que son también muchos los cangueses, hombres principalmente aunque sin descartar a la féminas, que se fijan esencialmente en sus características técnicas, momentos de la pólvora, tiempos, cadencias, espacios…

Pero también son muchos los que la definen y explican a través de los sentimientos y las  propias vivencias a lo largo de los años sentidas con los que les precedieron y puntualmente recordadas cuando se lanza el primer volador.

Y hay también otros tantos, quizás los más, que combinan ambas fundiéndolas en un todo indisoluble. Y con la tirada a mano  se revive las primera Descarga a  la que se acudió de la mano del buelo; o la primera vez que  se apurrió en el Cascarín al tío, experto ya en aquella incruenta batalla, o aquel primer volador lanzado desde el Lagarón, o las preocupaciones de la madre sumida en un haz de nervios desde que suena el campanín hasta que  el cangués vuelve a casa sucio de pólvora y limpio de perjuicios y malos deseos.

-¿Viste madre? ¡Somos mundiales! ¡Esta ha sido la mejor de siempre!

Y la madre cariñosa, y con una sonrisa de oreja a oreja, le reprende por su entusiasmo mandándole a que quite todo aquello de encima y se cambie la camisa.

O mientras suelta un volador tras otro y le viene incontenible a la mente el recuerdo de todos aquellos que se fueron yendo y que como ya les he contado en diversas ocasiones, se asoman por un furaquin que los cangueses han abierto en el cielo, entre las nubes, para ver cada año la Descarga del día 16 de julio

Y este año, tras los agobios y tensiones de los tres últimos; cuando el último estruendo del último volador se perdió entre los valles y “las cien montañas que se elevan alrededor” de la villa; todos, los que viven o ven la Descarga de una manera; los que la sienten llenos de nostalgias o vibrantes de espíritu, los que lo hacen atenazados por los nervios o tapándose los oídos o los ojos, y hasta los miles de personas que llegan de todas partes, todos, absolutamente todos, llegado ese momento, y volviéndose hacia al Prao del Molín donde se encontraba los directivos de Artesanos una parte de los que escoltaban a la Virgen, y otra parte hacia los tiradores que se encontraban en Los Nogales, prorrumpieron en un sentido y emocionante aplauso de gratitud y reconocimiento que desde allí se fue abriendo por toda la villa y los lugares que la circundan repletos de un colorido gentío. Fue el aplauso más largo y sentido de todos los que he vivido en mis cincuenta Descargas de cuyos desarrollos  he dado cumplida cuenta en otras tantas  crónicas

Y como así quiero que quede registrado para los que detrás de nosotros lleguen, aquí lo hago hoy público uniéndome con fuerza a ese aplauso diciéndoles como aquel cangués antes citado:

-¡Somos mundiales! ¡Esta ha sido la mejor de siempre!

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R. Mera