Disconforme con los alcaldes que son y fueron y cabreado con el mundo

Foto R.Mers

El sol  acariciaba con timidez las calles de la villa. Sin embargo una corona de niebla rodeaba las partes altas de las montañas que la rodean. Enero busca alcanzar su mitad sin lluvias y con días más bien templados para lo que meteorológicamente le corresponde.

Ramiro, con una gorra de visera incrustada hasta la orejas, caminaba abstraído vacío en sus pensamientos y vacío también frente al día que ante él se abría. Desde su jubilación, buscada con ahínco y adelantada “por enfermedad”, no dejaba nuca la cama antes de la diez de la mañana y no se acostaba hasta pasada largamente la media noche. Había dejado atrás todas sus rutinas y quehaceres para refugiarse en la casa en las mañanas y la partida por las tardes; partida que generalmente alargaba, cuando la situación le era propicia, con charlas de política de campanario con otros dos o tres colegas, según el día, encastillado en sus ideas que aún conservaba envueltas en un húmedo moho de nostalgias de aquello años anteriores al inicio de la Guerra Civil cuyas políticas de aplicarse, afirmaba, acabarían con todos los males que atañen ahora `este país´, antes España, manejado, peroraba, por la ultra derecha más `cérrima”, en genuina expresión canguesa. Algo que, por otra parte, ha sucedido siempre, afirmaba, aún cuando los gobiernos se definiesen de izquierdas. Antes la derechona y ahora la ultra derecha, afirmaba una y otra vez admonizando con todos los males del averno a cuantos en contra de estas ideas se expresasen.

Al llegar al Corral miró disciplente el entorno. ¡Acaban con to!, se dijo en voz alta. Son de la derechona pero no hacen nada a derechas, se dijo en una ilógica contradicción.

R.Mera. 1979

Era un “antialcaldes” convicto y confeso. Ni uno de los habidos los últimos años en toda la comarca le había convencido. En su criterio eran todos unos inútiles sin sentido político de nada. Decían que eran de izquierdas pero siempre terminaban actuando como si en la derechona militasen.

Había estado en contra de la compra de los terrenos para el hospital, del parque del minero, de las instalaciones ganaderas de la Himera, del parque de La Reguerala, del derribo de los tendejones de La Vega, del edificio para el Hogar del Pensionista, del derribo de las casas del Corral, del polideportivo y de cualquier proyecto que desde el Ayuntamiento se propusiese. ¡Y no digamos si éste partía de la iniciativa privada! Desde la República no se ha vuelto a hacer nada bien, afirmaba hablando ex cátedra cual el Padre Santo en Roma.

Cuando un compañero de partidas le señaló que en la República también  hubo gobiernos centristas y conservadores  bramaba como novillo en celo, acusando de que eso eran infundios de la ultraderecha, fango político. Y más aún despotricaba si alguien insinuaba que la Misiones Pedagógicas, que el aseguraba nacieron en este concejo cangués, surgieron bajo uno de aquellos gobiernos; el del Partido Liberal Democrático de Alcalá Zamora. Ante tamaño desconocimiento y ninguneo a sus razonamientos le retiró el saludo y nunca más volvió a jugar con él.

¡Caxigalinas!,  expresaba convencido cuando alguien le mostraba éste o aquel logro conseguido en un ayuntamiento del Suroccidente. Desde niño, y en contra de lo  que predicaba, había peleado por integrarse en lo que él consideraba elite de la sociedad canguesa. En parte lo había conseguido.Llegó hasta la fuente del Reguerón y giró cabreado con el mundo que no comulgaba con sus hechos e ideas. Como siempre buscaría un grupito que le escuchase, le diese ha razón y no osase contradecirle.

Buenas tardes y feliz jornada

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R. Mera