SUROCCIDENTE.- En busca de la miel de Ibias y del cortín
La pasada semana Ibias recibía una visita muy especial, un grupo de estudiantes de primero de Bachillerato del instituto Elisa y Luis Villamil, de Vegadeo, se han desplazado al concejo suroccidental dentro del Foro Comunicación y Escuela. Realizaron una caminata y se adentraron en un cortín para observar cómo se produce miel. En un principio, cuenta el profesor Noé Álvarez, los chavales «tenían miedo» a las abejas, pero una vez se enfundaron el traje de apicultores descubrieron que no hay nada que temer.
Allí les recibió Adrián Flórez que, aunque nacido en Cangas del Narcea, su familia procede del pueblo de Valdebois, en el citado concejo, el único núcleo habitado de la reserva de Muniellos. Estudió Comercio y Marketing y decidió compaginar su trabajo en Gijón con un emprendimiento en la localidad de procedencia de su familia. Apasionado de la cultura y la etnografía, apostó por la apicultura y recuperó el cortín de casi 400 años de antigüedad en el que sus antepasados guardaban las colmenas para protegerlas de la fauna salvaje. Así nació «Floreziendo Miel de Muniellos» que funde una pequeña producción de miel de calidad con visitas guiadas reducidas para conocer la apicultura artesanal.
El Foro Comunicación y Escuela se esfuerza por mostrar a los chavales distintas realidades y modelos de emprendimiento en el medio rural y Adrián Flórez y su familia son un ejemplo. «Hacemos una miel muy artesanal, un producto exclusivo y diferente y, de paso, conservamos las construcciones tradicionales, los cortines. El abuelo siempre tuvo colmenas y por eso el cortín estaba más o menos bien. Aún así, lo restauramos y lo pusimos en valor», cuenta Flórez de este proyecto que nació en 2022. El año pasado produjo 700 kilos y este año confía en adherirse a la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Miel de Asturias.
«Nuestro objetivo es que no se pierda el oficio tradicional de la apicultura y dinamizar esta zona aislada y deprimida de Asturias. Luego ofrecemos una visita guiada a grupos muy reducidos para enseñar el proceso productivo de la miel, se trata de vivir lo que sería el año del apicultor. Se ponen el traje y visitan el cortín con nosotros», resume Adrián Flórez de este proyecto que implica a toda su familia.
