¡Qué viene el oso!

Primero el lobo, ahora el oso. Los ganaderos y agricultores del Suroccidente no dan abasto. “El oso ya se nos metió en casa», denuncia el apicultor Adrián Flórez, que regenta la firma Florezciendo Miel de Muniellos, en la aldea de Valdebois, en Ibias. Adrián ha contado a todos cuantos han querido escucharle que  tras meses de «visitas constantes al pueblo», donde ha causado diferentes desperfectos, esta semana, uno de estos animales rompió la puerta de la cuadra de su propiedad y se metió dentro, aunque, por fortuna, aclaraba, no había ganado allí guardado. Flórez ejerce de portavoz vecinal y reclama a la Administración no acabar con el oso sino, en forma más que moderada se tomen  «medidas reales para garantizar una convivencia segura con el animal».

Señala Flórez que ya desde abril el oso empezó a registrar daños en los colmenares, pero ahora se ha acostumbrado a deambular por el pueblo en busca de alimento. Acude a los frutales y, en su caso, llegó a entrar en el corral de la vivienda para comer el pienso del perro y hasta derribó parte del muro que cierra la propiedad. Vamos, lo que se dice andar como Pedro por su casa. Y cuenta: «Hace unos días me despertó cuando entró en la parte de atrás de la casa. Lo grabé justo en frente de la ventana de mi habitación. Estaba muy cerca, me vio, pero se marchó tranquilo. No tiene miedo», precisa con seguridad, aunque  hace ver el temor que sí tienen el puñado de vecinos, la mayoría mayores, que viven de continuo en el pueblo.

“Nada más atardece la gente ya no se atreve a salir a pasear, no se atreven a bajar a la fuente de al lado del pueblo. Son consciente de que viven en pleno bosque de Muniellos y la población de osos está creciendo”. Y añade: Somos los primeros en entender que compartimos su espacio y debemos convivir con respeto. Pero una cosa es el monte… y otra que el oso se meta dentro de las casas», señalan los vecinos afectados.

Y añaden: «Si hace unos días rompió la puerta de la cuadra, ¿qué le impide mañana romper la de la vivienda si huele comida dentro?” Y añade: No hablamos ya de que solo se produzcan daños materiales, es cuestión de tiempo que ocurra un susto grave si nos lo encontramos de sopetón en un rincón del pueblo. Lo que pedimos no es eliminar al oso ni enfrentarnos a él, sino que se tomen medidas reales para garantizar una convivencia segura. Porque quienes vivimos aquí cada día sentimos el problema mucho más cerca de lo que muchos imaginan, pero después de muchos meses de denuncias a nadie parece preocuparle».

Esperemos que, quien corresponda, como se ha venido diciendo durante años, tome medidas ante esta grave situación de los vecinos de Valdebois.

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R. Mera