TINEO.-Creación, desarrollo e indefinición de futuro de Soto de la Barca
Ahora tan solo es una estampa rota del progreso, la convivencia y la prosperidad

El poblado de Soto de la Barca es tan ya tan solo un doloroso recuerdo de lo que fue.Una estampa rota del progreso, la convivencia y la prosperidad. Se trataun conglomerado de edificios al que se lleva tiempo tratando de encontrar una segunda vida, algo que se presenta harto complicado. Tanto es así que recientemente el Ayuntamiento de Tineo se veía obligado a devolver los 3,5 millones de euros de fondos que recibió en 2023 para crear un proyecto de cohousing en este antiguo enclave residencial junto a la central térmica de Soto.
Esta iniciativa que contemplaba, entre otras medidas, la urbanización y rehabilitación de esta zona, cedida por Naturgy al consistorio tras el cierre de la central, no cuajó debido a que una de las empresas que se iba a encargar de los trabajos (los de urbanización, en concreto) no cumplió con los plazos de entrega de su proyecto. En este sentido, la concesión de ayudas estaba ligada a la realización de ambas partes. Los 3,5 millones de euros se iban a invertir en la rehabilitación interior de 14 viviendas unifamiliares, de las aproximadamente 30 que hay en el poblado. También estaba previsto mejorar la urbanización y sus espacios verdes y la reforma de algunos de los equipamientos comunitarios .
La central térmica del Narcea, o central térmica de Soto de la Barca, era una instalación termoeléctrica de ciclo convencional que contaba con tres grupos térmicos de 55,5, 166,6 y 364,1 megavatios, respectivamente, que cerró y se desconectó de la red eléctrica el 30 de junio de 2020.
El proyecto de este equipamiento de producción energética se empezó a desarrollar a principios de los 60, por iniciativa de Higinio González-Mayo, para aprovechar el carbón de las minas de la cuenca alta del río Narcea y del norte de León.
Unas instalaciones de este tipo en aquellos años demandaban una gran cantidad de mano de obra. Para alojar a todos estos profesionales, tanto para los obreros como para los mandos más especializados e ingenieros, se creó un poblado de viviendas y chalets.
A pesar de que, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística, Soto de la Barca cuenta con 24 habitantes, en el momento de máxima actividad y apogeo de la central llegó a disponer de medio millar, y en torno a la mitad de esa cifra se empleaban en las instalaciones.
El editor de contenidos de Patrimonio Industrial e historiador del Arte adscrito al tipo de investigación Escenarios Para El Arte de la Universidad de Oviedo, Rubén Domínguez, explica en ‘La vivienda moderna: arquitectura y diseño’, obra en cuya redacción ha colaborado, que, en línea con las políticas paternalistas de las empresas tan propias de los comienzos de la industrialización, la entonces Hidroeléctrica de Moncabril se propuso la creación de un poblado obrero para asumir el fuerte incremento demográfico y ofrecer servicios de residencia, escolarización, comercio, ocio, además de contar con equipamientos destinados al culto.
El proyecto definitivo, rubricado en Madrid en enero de 1963, le fue encargado al arquitecto coruñés Ramón Vázquez Molezún. Además de a los de Soto de la Barca, el poblado también estaba ocupado por los trabajadores encargados de los saltos de La Florida y Calabazos, así como los de las redes de distribución.
Las viviendas bifamiliares ocupan la mayor parte de la superficie de la zona central del poblado, mientras que a las unifamiliares pareadas se destinó «la mayor parte del terreno, con unas dimensiones que oscilan entre los 74,51 y los 158,83 metros cuadrados, atendiendo a la jerarquización de sus inquilinos y adscritos a cuatro tipologías diferentes».
Rubén Domínguez destaca que «en todas ellas predomina la apertura de grandes vanos hacia las estancias de uso común y están dotadas de tres habitaciones, salón, cocina y baño». En las tipologías «de mayor rango se incorporan habitaciones y aseos para el servicio».
Todas estas construcciones «cuentan con una parcela para disfrute privado y sus paramentos incorporan en los acabados losas de piedra de cantería o plaqueta cerámica que imita el ladrillo».
Entre los edificios de uso comunitario destacan la llamada residencia y la iglesia parroquial de Santa María, ambos de autor desconocido. El primero «es un inmueble de dos alturas que acogió estancias de club, despachos para delineantes, topógrafos e ingenieros, cocina, lavandería y dormitorios». La iglesia, situada en el extremo opuesto del poblado, «sustituye a la anterior del siglo XVIII que hubo de ser demolida con la llegada de la central». El templo fue consagrado en 1968 por el arzobispo de Oviedo, Vicente Enrique y Tarancón.

El poblado de la Central Térmica del Narcea se vio completado, en la década de 1970, con otros edificios destinados a servicio médico, centro social, escuelas y piscinas.
El arquitecto anteriormente citado, considera que, «evidentemente, más allá de lo material también forma parte casi indisoluble de la historia contemporánea de la zona, en el sentido histórico o identitario para los vecinos de esa zona, al igual que la Térmica».
El origen del poblado en sí, también es una especie de bruma de un tiempo pasado. Un paternalismo empresarial, que si bien no ha desaparecido del todo, con manifestaciones diferentes en tiempos modernos, es puramente «heredero del paternalismo del siglo XIX y que contemplaba la construcción de poblados asociados a cada fábrica, cada uno dotado con todo tipo de
Este historiador del Arte considera que el conjunto, «sin duda, merece una recuperación, pues es una obra de un grandísimo arquitecto y, además, de una calidad arquitectónica reseñable». El uso que se le ha de dar, sería «más o menos para el que fue diseñado, de viviendas y equipamientos, que va un poco en la línea del proyecto que iban a desarrollar». Eso sí, «la intervención de restauración de los diferentes espacios debe realizarse de una manera respetuosa con el diseño original de los inmuebles, con los acabados materiales de las fachadas…».
Esto implica, además, respeto también por «los propios viales y la disposición urbana del poblado». En este sentido, Rubén Domínguez pone como ejemplo el poblado obrero de Llaranes, vinculado a Ensidesa, en el que «luego las viviendas se vendieron y sigue siendo un poblado no asociado a ninguna empresa, pero que tiene la función de residencia, de colegio, de parque infantil, de iglesia…».
El futuro del poblado de Soto de la Barca aún está por escribir después de que el Ayuntamiento de Tineo tuviese que tomar la decisión de devolver la ayuda de 3,5 millones de euros que recibió en 2023 de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para desarrollar en él un novedoso proyecto de vivienda colaborativa.
Laalcaldesa de Tineo, Montse Fernández, asegura que hace unos meses mantuvieron una reunión con la directora del Instituto de Transición Justa, Judith Carreras, para abordar el futuro del poblado y encontrarle un uso que sea “viable para ser gestionado por el Ayuntamiento sin que genere un gasto que no podamos asumir”. Sin embargo, aún se está trabajando en ello y, por ahora, no hay ninguna solución sobre la mesa.
Un regalo envenenad0 de Naturgy

La regidora tinetense explica que cuando llegaron al Ayuntamiento ya se percataron de la problemática de sacar adelante el proyecto, puesto que “en junio de 2023, cuando llegamos al Ayuntamiento, ya no se estaban cumpliendo los plazos, se concedió la subvención provisionalmente en abril de 2023 y la contratación de los proyectos no se pudo hacer hasta septiembre”, detalla. A ello, se sumó que se necesitaban elaborar dos proyectos uno para la reforma de las 14 viviendas unifamiliaresque entraban en la propuesta de rehabilitación y otro para la urbanización del poblado. Este último proyecto nunca llegó a pesar de los numerosos requerimientos realizados por la administración local.
“En 2024, con dos años por delante de plazo para ejecutar todo el proyecto, pedimos una prórroga al Ministerio, pero no era posible, así que a principios de este año ya vimos que no íbamos a llegar de ninguna manera y decidimos renunciar a la subvención”, detalla la regidora que asegura que el Ayuntamiento de Tineo no se podía permitir arriesgar a tener que devolver la subvención por no llegar a tiempo la ejecución de la obra.
“No podíamos condenar a los tinetenses a pagar por una obra que no sabemos qué viabilidad podría tener en el futuro”, señala Fernández sobre el proyecto de “cohousing” o vivienda colaborativapensado para el poblado y que logró una de las puntuaciones más altas para acceder a las subvenciones.
La regidora del PP recuerda que estando en la oposición, con el gobierno de mayoría absoluta del PSOE, se abstuvieron ante la cesión del poblado de Naturgy al Ayuntamiento para “no entorpecer la subvención ni el proyecto, pero esta cesión es un regalo envenenado de Naturgy que al final no supone ninguna compensación para Tineo porque el poblado requiere de un mantenimiento tremendo al año”.
Asimismo, añade que la subvención concedida de 3,5 millones se quedaría corta para abordar el proyecto: “Todas las empresas nos decían que era insuficiente y aparte solo estaba contemplado la mitad del poblado”.
Montse Fernández ahonda que la renuncia a la subvención no es una situación que haya vivido solo Tineo, sino que otros municipios han tenido que rechazar a las ayudas porque “no hay empresas de ingeniería que tengan capacidad para hacer este tipo de proyectos con tan poco margen de tiempo, tan solo tres años”.




