CANGAS DEL NARCEA.- La Descarga vista por Pepe Rodríguez en el diario La Nueva España

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 Para todos aquellos que, por la causa que fuere, no tuvieron acceso a una descripción de la Descarga de este año, traemos a estas páginas la realizada por Pepe Rodríguez para el diario La Nueva España.

Se da también la circunstancia de que ésta ha sido la última crónica realizada por Pepe para el diario asturiano ya que traslada su residencia familiar a la provincia de Madrid. Desde aquí le deseamos toda clase de éxitos, tanto a él como a María, su mujer.

“La “descarga” de Cangas del Narcea se disparó ayer ante una masa enfervorecida de fieles que saludó el espectáculo con la convicción de estar asistiendo a algo único, algo irrepetible, que sólo un 16 de julio, pasadas las ocho de la tarde y en la villa capital del Suroccidente, se puede encontrar y entender.

Tuvo prisa la Virgen del Carmen para llegar a su cita anual con la oración de pólvora que le dedican los cangueses. Eran las ocho y diez de la tarde cuando la procesión, que salía de la basílica de Santa María Magdalena, dobló el recodo de la calle de la fuente para asomarse al puente romano. El pulso de los más de 40.000 asistentes al evento se disparó. El campanín de la iglesia de Ambasaguas, como percusión inicial de la música dura, directa, que se iba a interpretar, repicaba con solemnidad.

La Virgen del Carmen llegó al medio del puente romano a las ocho y catorce minutos y el presidente de la Sociedad de Artesanos de Cangas encendió el primer volador, que fue acompañado por aplausos y gritos de emoción. Aún no había explotado en el cielo cuando los 600 lanzadores, entre tiradores y apurridores, dejaron escapar sus nervios y llenaron el aire de pólvora y varas. Vista al cielo. Ni una palabra por parte de los espectadores. Todo lo decían los voladores.

Cinco minutos y catorce segundos después, más de 70.000 piezas pirotécnicas habían estallado en medio de un éxtasis colectivo. El cielo se apagó, tras un crescendo descomunal de ruido y luz, y los cangueses y sus invitados al ritual se abrazaron entre lágrimas, aplausos y felicidad.

No fue una “descarga” perfecta la de ayer en Cangas del Narcea. El tiempo de disparo, cinco minutos y catorce segundos, fue extremadamente corto. Incluso para una tarde de perfectas condiciones meteorológicas, mucho calor y poca humedad que hace que la pólvora arda mejor y más rápido, también de forma más segura, esos guarismos no son habituales.

Y es que una de las máquinas, la primera del Prao del Molín, comenzó su andadura a los dos minutos y 22 segundos de comenzar la tirada a mano, algo que no estaba previsto pues pilló a la mayoría de lanzadores aún en plena faena. Eso llevó a una descordinación con el resto de máquinas, la de El Fuejo y la de Los Nogales, que se trató de remediar de forma manual.

Los miembros de la Sociedad de Artesanos vivieron momentos de gran tensión tratando de enmendar la inesperada situación para que la “descarga” fuese un continuo de sonido con un crescendo marcado.

DSC_9809A los tres minutos y 54 segundos de comenzar el evento se encendió la tercera máquina de Los Nogales y entonces quedó claro que la edición 2014 sería una de las más cortas de los últimos años. Como apuntaron algunos de los presentes en el Prao del Molín, pasado ya el mal trago, “ha sido un poco más improvisada que otros años… pero tampoco pasa nada”. De hecho, la anécdota sirvió para que en las cenas del día del Carmen el tema de conversación fuera, como es de rigor, la tirada, sus tiempos y la nota que merecía. No todos los años ha de ser igual la “descarga”, y no habiendo heridos, todo el mundo contento.

Como en las grandes piezas de la historia del rock, la “descarga” canguesa es capaz de hacer aflorar las instintos más básicos y puros de la gente que entiende este espectáculo como algo mucho más profundo, que entronca con la esencia, la definición, de qué es ser de Cangas. Como en el rock and roll, la “descarga” se presenta sin almidón ni azúcar; no concede un estribillo facilón ni trata de embaucar con floreados recovecos. El espectáculo pirotécnico cangués por antonomasia va directo al corazón con su verdad desnuda, la que moldean esos Artesanos, esos peñistas, que se coordinan para tratar a la pólvora como una extraña aliada con la que mostrar sentimientos. Sentimientos que, como en el rock, bajo la capa de dureza alumbran la ternura de un pueblo pendiente de los suyos, de “que no se manque nadie”, como frase que domina cualquier encuentro entre cangueses.

La “descarga” es Cangas. Es dura, solemne, ruidosa, y alberga el corazón de todos cuantos se sienten cangueses, estén donde estén. Ayer, de nuevo, eso se demostró en cinco minutos y catorce segundos, pasadas las ocho de la tarde, de un 16 de julio”.

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R. Mera

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