CANGAS.- Al Acebo con San Juan Bailón

Foto de C.R.

Allá en mis años mozos, cuando hallándonos de fiesta, de esas que surgen sin que nadie sepa el cómo ni el porqué, alguien nos preguntaba qué celebrábamos solíamos responder con guasa: San Pascual Bailón, (en el sentido de un santo juerguista y que bailaba mucho) sin tener muy claro la existencia o no de tal santo en las listas del cielo.

Posteriormente me entré que sí, que existía, pero no tal y como nosotros lo concebíamos. El santo Pascual Baylón Yubero, nació en Torrehermosa, un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza, el 16 de mayo de 1540. El llamarle Pascual fue debido a que nació en Pascua de Pentecostés y, como entonces era costumbre en las familias, había que poner al nacido el santo del día.

Otra cosa es lo de Baylón. Mucha gente sigue creyendo que es un mote que se le dió por su condición de marchoso, tal y como nosotros intuíamos, pero nada más lejos de la realidad. El santo, por temperamento, siempre fue retraído y poco dado al jolgorio. Y nos aclaran: Baylón era el apellido de su padre y de su abuelo Martín. Pascual Baylón fue muchos años pastor y desde este oficio pasó al de fraile viviendo “pobre y para los pobres”.

El caso es que ahora, muchos años después, me encuentro en Cangas con un San Juan Bailón que peregrina al Acebo a hombros de sus devotos del Centro Social de Personas Mayores.

Foto de C.R.

Aun cuando no tengo certeza de ello, intuyo que el nombre asignado viene determinado no por los cauces oficiales de la Iglesia, sino por la afición de sus fieles al baile en el citado Centro y que, por ello, no dudaron en dar a la talla de San Juan tan festera advocación, aunque puede que cometa el mismo error que en mi niñez con Pascual.

El caso es que los socios del citado Centro Social decidieron no ha mucho iniciar con la imagen de San Juan una peregrinación al Santuario del Acebo, peregrinación que se repite año tras año. Y así ha sido un año más

La procesión, compuesta por unas treinta personas, arrancó del citado Centro a las 8:30 de la mañana con su San Juan en andas y culminaron la subida, previa parada en Veigalapiedra para reponer fuerzas, sobre las 12:30 del mediodía.

Una vez en el Santuario, el santo fue especialmente agasajado como también lo hicieron todos y cada uno de los fieles consigo mismo pero, no nos consta si el santo bajó de las andas y se echó unos bailes con su devotos y devotas, aunque bien hubiera podido hacerlo tanto por su santidad como por su advocación.

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R. Mera

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