Historia del Jefe y su pagana procesión. Retrato festivo de una época

Historia del Jefe y su pagana procesión. Retrato festivo de una época

Y allá va la pagana procesión hacia el Paseo entre gritos y vivas

A muchos jóvenes, la llamada “Procesión del Jefe” del día 16 de julio, no les dirá mucho, quizás habrán oído hablar de ello ligeramente en algún chascarrillo que contó en la mesa su padre o su abuelo a la hora de la comida, pero no mucho más. O quizás algún recorte de prensa o número de La Maniega que cayó en sus manos.

Pero he de contarles aquí, que “La procesión del Jefe” fue un acto que movió multitudes, se hizo más que popular, y saltó las fronteras locales y regionales. El espectáculo fue definido como “insólito” y “la procesión pagana más multitudinaria jamán vivida” como yo mismo escribí en La Voz de Asturias.

Como todas las cuestiones festivas que al Carmen atañen, el inicio de esta “procesión” está un tanto indefinido y revuelto. Ya saben: las verdades de cada uno (la colectiva no existe) se entremezclan y chocan en función de la memoria personal y vivencial que cada uno tiene del momento.

Cándido Puente “El Jefe”

Lo que sí está claro es que se inició en la Plazoleta del Julter una tarde del día 16, terminada ya la Descarga y en esos momentos en que la programación quedaba en blanco y los peñistas, agrupados aquí o allá, descargaban la adrenalina que les había subido al máximo en la Descarga.

Sin ánimo de ser exhaustivo, les diré que por allí estaban Rodri, Jose Linares, Jose Avello, Tahoces, Quevedo, Nel Cuesta, Arturo, Pepe Quesero, Ángel Camión, Rasca, Juan Quiosco, Villabol, Piñera, Arce, Baritas, Vicente, Jose Gayón, Francis (el medico) ….. y un largo etcétera procedentes de distintas peñas. Y lógicamente Cándido Puente, a punto de adquirir para siempre el rango de Jefe.

Por allí estaban Rodri, Jose Linares, Jose Avello, Tahoces, Quevedo, Nel Cuesta, Arturo, Pepe Quesero, Ángel Camión, Rasca, Juan Quiosco, Villabol, Piñera, Arce, Baritas, Vicente, Jose Gayón, Francis (el medico) …

Otra cosa es determinar el año. Tras evacuar consultas a unos y otros de los que por allí andaban, parece que habrá que fijar la primera y espontánea procesión en 1.982 como el primer año, aunque en La Maniega de ese año no aparece ni una sola referencia ni a la pagana procesión ni a las fiestas, al igual que ocurre en 1983 donde solo hay un suelto referido a actividades infantiles.

Y es que en 1.981, en un amplio despliegue sobre las fiestas del Carmen de la citada revista, no aparece referencia alguna a la procesión del Jefe. En el programa de actos se señala que “una vez terminada la Descarga, las peñas se reunirán en la Plaza del Centro donde ofrecerán pinchos y vino”. Precisamente este era el motivo que congregaba a los miembros de las peñas en la citada Plaza y en el día que señalamos.

En 1.984 tampoco se encuentra referencia alguna a la procesión, aunque se señala un hecho que habría de tener mucha importancia en el devenir de la Descarga y su imparable crecimiento: dice que, por primera vez en el desarrollo de la Descarga se emplea el encendido electrónico “con notable éxito”. Por contra y en ese mismo año, quien esto firma publica en una revista regional, que insertaba publicidad canguesa con motivo de las fiestas, una reseña de la procesión destacando ya su importancia en el hacer festivo.

En 1.984 se emplea por primera vez en la Descarga el encendido electrónico

En el 85, la procesión aparece ya en el programa del Carmen, y en el interior del mismo, Felipe López señala que los peñistas suben desde el Sotero en torno al Jefe e inician la procesión desde el Ayuntamiento. En el 86 ya no hay otra vez referencia alguna

No es hasta 1.987 cuando “la Procesión” aparece institucionalizada en el Programa de fiestas.

Pero volvamos al inicio en la Plaza del Julter.

En 1.991, Cándido Puente, después de 13 años dejó su reinado en las fiestas de la pólvora alegando “cansancio y razones familiares”

Después de  años ininterrumpidos de jaleos y recibir pleitesía de miles de cangueses y personas llegadas de todos los lugares de Asturias, Cándido arrojó la toalla en la citada fecha.

Durante todos esos años, terminada la Descarga, miles de personas esperaban en las almenas que apareciese la comitiva real del Jefe.  Y así venía sucediendo año tras año entre gritos, vivas, aplausos y empujones, por acercarse a saludar al Jefe que desde sus andas salía erguido saludando eufórico a todo sus súbditos.

Antes de conformar el desfile, Cándido con algunos miembros de las peñas subía al balcón del Ayuntamiento donde el alcalde, entonces José Manuel Cuervo, ante la enfebrecida multitud, le entregaba el báculo cual si bastón de mando municipal se tratase.

-A partir de ahora y mientras duren las fiestas, el mando lo tiene el Jefe, señalaba.

Y allá va la pagana procesión hacia el Paseo entre gritos y vivas, entre brazos que se alzan gesticulando y aplaudiendo. Aplauden también desde la aceras atestadas…, desde los balcones… desde las ventanas…

-¡El Jefe!, ¡el Jefe!, ¡el Jefe es cojonudo!. ¡Cómo el Jefe no hay ninguno!

Entre los porteadores se encuentran los más veteranos de las peñas. Cuchichean entre ellos y disimuladamente se ponen de acuerdo. Mecen las andas cada vez con más ritmo, el Jefe se tambalea y ellos lo celebran con gritos y aplausos. Cándido asienta su cerca de 90 quilos de peso y gran envergadura cual equilibrista consumado.

-¡No seáis cabrones!, grita a los peñistas

Entrelaza las piernas entre los pies de la silla atornillada a la tabla y se asegura contra la pretendida idea de tirarle de la tropa de porteadores

-¡Quevedo, pelgar!, ¡que te estoy viendo!

-¡El Jefe!, ¡el Jefe!, ¡el Jefe es cojonudo!. ¡Cómo el Jefe no hay ninguno!

Y el Jefe abre los brazos y saluda a uno y otro lado. Y abre una tras otra botellas de champán y rocía con él al pueblo. No tardó una marca en darse cuenta del efecto publicitario y regalaba las botellas. Años después comenzó a hacerlo Fino La Ina que logró aumentar muchísimo las ventas de su vino durante las fiestas. Imagínense ustedes como quedaban los uniformes de los peñistas tras recibir una y otra vez chorros del dorado líquido andaluz.

-¡El Jefe!, ¡el Jefe!, ¡el Jefe es cojonudo!.. ¡Cómo el Jefe no hay ninguno!

Llega la procesión al Corral. Y se comprime la comitiva al entrar en la Calle Mayor.

Corre el vino en abundancia, nervudos brazos izan al jefe sobre un mar de cabezas. Arrecian los aplausos, crece el griterío… Como nuevo Júpiter calvo y bigotudo que hubiera cambiado el rayo por botella de champán, el jefe bautiza a sus súbditos con el dorado líquido mientras saluda a la enfebrecida multitud: ¡Gracias pueblo!, exclama.

Y allá va la mundana procesión entre aceras y balcones atestados de público. Firme sobre el tablón, el Jefe aguanta imperturbable los vaivenes que imprimen a las improvisadas andas los jacarandosos peñistas de la pólvora. ¡Insólito espectáculo!

Canciones, nuevos gritos, júbilo, alegría, compases de marcha de la fanfarria, vino y más vino, compuestas, caipiriñas… Cangueses, forasteros y extraterrestres, todos están allí aclamando al Jefe que surge del oleaje de cabezas humanas como nuevo Neptuno, no del mar, sino de chigres y bodegas.

Procesiones habrá, digo yo, de todo signo y sistema; pero no he conocido nada igual en parte alguna. El “santo” no es de madera ni de vestir, sino de carne y hueso. Original procesión esta del Jefe, como original e insólito es todo lo de Cangas del Narcea en estas fechas festivas.

Procesiones habrá, digo yo, de todo signo y sistema; pero no he conocido nada igual en parte alguna

Y así llegamos a las fiestas de 1.991.  La gente esperó en vano la salida del Jefe. Ello no sucedió. Una comisión de las peñas de la pólvora formada sobre la marcha intentaba por todos los medios convencer a Cándido para que, una vez más, se subiese a la tabla y, revestido con sus atributos identificativos: “corona mandarina, capa de cortina afelpada y bastón de caña de barreno” recibiese la pleitesía de los vasallos que le aclamaban formando sobre la marcha una procesión vociferante y plenamente entregada. No hubo forma, Cándido se enrocó alegando los citados motivos familiares y cansancio. Los años no pasan en vano, se decía.

Los componentes de las peñas, tras un largo y apasionado debate, decidieron sacar la tabla colocando sobre la misma los atributos que a lo largo de los años pasados luciera el Jefe. Todos se colocaron sobre la tabla alrededor de una corona fúnebre en señal de triste despedida de una época de las mejores que, festivamente, ha vivido Cangas. Años después pudieron verse todos estos atributos y las andas en una exposición que organizaron las peñas.

A lo largo del tiempo hubo intentos de recuperar el desfile subiendo a la tabla algún que otro personaje cangués más o menos conocido. Nada volvió a ser como antes. Incluso en una ocasión lograron que Cándido subiese de nuevo. Se tumbó en las andas y la comitiva no fue mucho más allá del entorno de la Plaza del Conde de Toreno.

Los atributos del Jefe en la exposición de las peñas

Sea como fuere, la “Procesión del Jefe” marcó toda una original época en el calendario festivo cangués y en el personal de cuantos la vivimos en primera persona.

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R. Mera

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