LOS ÚLTIMOS ROCKEROS O POLÍTICAMENTE INCORRECTOS

Los viejos rokeros

Y para no ahondar aún más en la incorrección cometida por el grupo retratado creo que debería decir roqueros y roqueras, o quizás escribir roquer@s. Ya no sabe uno que chorrada progresista significar para estar dentro del campo de lo políticamente correcto.
Siguiendo a ello, señalar que un pequeño grupo de estos nostálgicos, y nostálgicas doña Bibiana, no se me altere, decidieron celebrar el 27 de noviembre, como antaño fue norma, la abolida festividad de San José de Calasanz, a la sazón patrono de la educación Primaria; abolición que nuestros líderes, lideresas, dirigentes y dirigentas, efectuaron con cordura y sentido no fuera el demonio, que todo lo enreda, hubiese personas (¿tendré que decir también personos por el aquel de la paridad?) en este Estado, antes España, que se sintiesen ofendidas en su particularidades creencias o no creencias ante tamaña exposición pública de religiosidad católica. Así pues, fuera festividad y a crear el Día del Profesor, y la Profesora faltaría más, que venía a igualar a todo quisque y quisca sin santoral, vidas ejemplares y otras gaitas. Laicismo a tope
Decía yo que un grupo de díscolos profesores, antes maestros, decidieron ciscarse en la tan manida y afectada corrección y mandar a hacer puñetas a tanto papafrita como anda suelto por ministerios y consejerías y del brazo de sus consortes, y consortas doña Bibiana, y consortas, lanzarse a la incorrección más bullanguera festejando al abolido patrón y dejando constancia gráfica y caligráfica de la folixa.
Y allá marcharon ligeros de equipaje y corrección política al uso, más pintureros que un San Juan en procesión, a dar buena cuenta de platos y botellas mandando de paso a la corrección sanitaria a dar también un prolongado paseo por sus colesteroles, ácidos úricos, azúcares y tensiones, convencidos de que la calderilla de horas, minutos y segundos que nos ofrecen los administradores de la sanidad por cada comilona, por cada cigarrillo o por cada cubata, no es más seguro que la propia eternidad.
No más les faltó renegar allí mismo de sus nombres, pues quizás en la vuelta a las aulas, los pocos que van quedando con vuelta, podrían herir la sensibilidad de algún alumno o madre, de las de LOGSE principalmente, al tener que llamarles María, José, Francisco o Ángel, nombres totalmente contaminados por el cristianismo y en absoluto correctos con el momento político que vive este país especialmente considerado con todo hasta el punto de haber creado un especial lenguaje de perifollos lingüísticos, huecos de continente y contenido, profusamente utilizados por cualquier pedorro ilustrado y aplaudidos por chichinabos y tocaperas de cámara. Así sea.

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R. Mera

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