Un original adiós

Marichu Rodríguez subió de espaldas los 50 escalones del C.P. Maestro Casanova

Jubilación viene de júbilo, y así lo entienden una gran parte de los que llegan a ese día. Otros no tanto. Así lo entendió en su primera acepción la maestra del colegio público Maestro Casanova, en Cangas del Narcea, que al terminar su último día de clase cumplió una promesa que ya era esperada por muchos de sus compañeros y amigos.
Tras el último claustro y un tanto emocionada aún por la despedida del marco en que había discurrido gran parte de su vida, Marichu llegaba a la puerta de salida del centro. Encendió un cigarro, agarró su bolso con determinación y, puesta de espaldas, inició la ascensión, cuenta atrás, de los cincuenta empinados escalones que la llevarían a la Plaza Conde de Toreno y a la tan soñada jubilación. Hubo algún que otro traspiés y un ligero culetazo entre los aplausos de algunos alumnos que estaban en el patio y algunas amigas que la esperaban en la cumbre de su particular Angliru.
“He esperado con verdadera impaciencia este momento durante los últimos años, sobre todo desde que se jubilaron algunos compañeros que aunque comenzaron cuando yo las tareas de la docencia, lo hicieron hasta cuatro años antes por cuestión de la edad. Eso lo llevé muy mal”.
Estos últimos años no los ha llevado con alegría, “como ha sido siempre para mí mi trabajo. Todo se ha burocratizado mucho, se han perdido la cercanía, las relaciones, el conocimiento de la realidad más cercana y todo se ha volcado en papeles y más papeles, en informes y más informes la mayoría de las veces todos ellos totalmente inútiles. Lo esencial de la vida como es el respeto, el trabajo y la valoración del esfuerzo se han perdido por completo sin que a nadie parezca importarle lo más mínimo”.

Tras desandar el camino andado durante 38 años, Marichu celebró una fiesta con sus amigos en la Plaza de Toreno. “Me esperan Canarias y mis nietas”, aseguraba toda eufórica. Atrás, muy lejos, quedaban aquellos primeros años de interinidad y de lejanas y difíciles escuelas rurales repletas de niños de todos los cursos “y en las que hubiera sido imposible trabajar si hubiésemos dedicado tanto tiempo a los papeles que nos han obligado a dedicar en estos últimos años”.
Ahora, en compañía de su marido, Ángel Vázquez, que también se ha jubilado en este mismo año, disfrutará de su ocio entre Canarias, con sus nietas y sus horas de sol, y su Cangas del Narcea, donde ostenta la presidencia de las Camareras de la Virgen, asociación que complementa a la de artesanos y es la encargada, especialmente, de engalanar la imagen de la Virgen del Carmen para que el día 16 de julio llegue radiante al puente de Ambasaguas a su Descarga.
Si jubilación viene de júbilo, Marichu ha llevado éste a sus últimas consecuencias, contagiando de ello a todos sus compañeros y a cuantos la quieren y aprecian. Un júbilo merecido.

Publicado en La Voz de Asturias el 4-06-11

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R. Mera

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