¿Usted mea a la hora adecuada para así poder mejorar su calidad de vida?

 

MERA.- Parque del MInero
MERA.- Parque del MInero

Para la gente de mi generación es muy preocupante que se esté perdiendo lo más atractivo de la España en que viví mi madurez: el valor de las libertades, la defensa de las minorías, de los oprimidos, de los libre pensadores o la de los que fumaban canutos en público. Aquellas expectativas que pusimos en la transición, en la que  se alcanzaron los mayores grados de libertades individuales y se arrancaron compromisos al poder en favor de los ciudadanos, se nos están derrumbando en pro de no se sabe muy bien que otras libertades y derechos que, emanados del Estado u otros organismos locales, regionales, nacionales o internacionales, han comenzado a oprimirnos “por nuestro bien y, especialmente, para mejorar nuestra calidad de vida”. El Estado comienza a coartar libertades en asuntos que pueden considerarse menores, nos callamos, y quizás cuando la cosas vaya a mayores ya no tengamos tiempo de reaccionar.

 Está comenzando a ser normal que, con diversas excusas, pueriles y banales en muchos casos, más graves o complicada en otros, o incluso tropelías de cualquier signo, se abuse del ciudadanos sin explicación alguna.

He aquí una pequeña pero ilustrativa referencia ocurrida en Cangas del Narcea:

Un funcionario del ayuntamiento cangués salió a fumar un pitillo a las traseras del edificio consistorial, en la zona denominada Parque del Minero. No había nadie por los alrededores. Allá al fondo, en el otro extremo, donde se hallan situado los columpios, una niña correteaba de aquí par allá. Un hombre cruzó todo el largo espacio, se acercó al fumador y entre ellos, más o menos, se produjo esta conversación:

-¿Usted trabaja aquí en el ayuntamiento?

-¿Se puede saber quién lo pregunta?

-De eso se enterará luego. ¿No sabe que está prohibido fumar en un parque infantil y que esto es un parque infantil?

– De que es un parque tengo idea y en cuanto a lo de que sea infantil, no. Quizá lo sea en aquel extremo pero por aquí no veo traza alguna de ello. Ni siquiera las vallas que suele delimitar esos espacios, como por ejemplo ocurre en el Fuejo.

-Voy a denunciarlo, ya tendrá usted noticias mías.

El funcionario, un tanto mosca por la actitud chulesca del infrascrito, volvió al trabajo y no lo dio más vueltas.

La sorpresa se la llevó cuando al terminar la jornada y disponerse a entrar en su domicilio se encontró con dos vehículos de la Guardia Civil y una serie de números, entre ellos el paisano que le abordó en el parque, ahora de uniforme, que le pidieron se identificarse y le inquirieron por lo sucedido con el pitillo.

-¡Joder Mera!, si me descuido me detienen sin más, me explicaba.

Parque del Fuejo, con delimitaciones
Parque del Fuejo, con delimitaciones

A final se impuso la cordura y uno de los guardias, al que conocía, le explicó que el compañero que le abordó en el parque “se puso borde” y efectuaron el servicio para calmarlo y que no armarse más lío.

Sin más problemas, la patrulla se retiró, aunque el funcionario no descarta que aún pueda haber denuncia dado el celo in vigilante del artista en cuestión en defender la calidad de vida de la ciudadanía, sobre todo teniendo en cuenta que esta no es la primera vez que actúa.

Ni el funcionario ni yo tenemos constancia de esta diligencia en las noches sabatinas de alcohol, ruido, tabaco y porros que, con abundante presencia de menores, se celebran en el Parque del Molín o en La Reguerala. Decimos que “no tenemos constancia”, aunque quizás nos equivoquemos y su presencia allí se numerosa y activa.

Y aquí vuelvo a “la calidad de vida” principio que se nos está colando por todas partes y en cuyo nombre, de forma más o menos directa, o con argumentos económicos o de otros derechos, y de la mano de fundamentalistas de lo políticamente correcto nos están metiendo a calzador, siempre “en defensa de nuestro bienestar y de nuestra salud”, de la que ya no somos dueños. Y ya se que pueden aturrullarme con leyes, artículos, normas y normativas, circulares, tesis, memorándumes y demás etcéteras. Eso es precisamente lo que denuncio en mi argumento inicial.

 He aquí otra anécdota que me contó un cangués de ochenta años en el bar  El Molinón:

 -Mira nin. La calidad de vida que se empeñan en que yo tenga consiste en quitarme el vinín que cada mediodía me tomaba aquí con los amigos. Quitarme los pitos que me fumaba después de comer y de cenar. Negarme la pingallada de cada mediodía y obligarme a pasear como si fuera a ir a las olimpiadas. Prohibirme un caldín de berzas el sábado por el aquel de la grasa…. Pues están empeñados que eso es mejorar mi calida de vida: justo quitarme lo que no podía hacer de joven porque no había con qué y que resulta que ahora que puedo, no debo porque así vivo con mucha más calidad

-¿Tomaránme por tonto o por fato que es aún peor?.

Aplíquese cada uno la pregunta a sí mismo.

 Y así nos está arrinconando en cuanto a nuestras libertades individuales y colectivas respecta, eso sí, siempre en

MERA.- Parque del Molín
MERA.- Parque del Molín

nombre de la misma libertad que reprimen y de nuestro bienestar que suelen poner en boca de otros. Siempre encuentran apoyo en especiales observatorios, cámaras, oficinas en defensa de esto y aquello, días de el y la, y de lo demás allá y acullá. Y siempre la encendida prédica de los que se autodenominan progresistas y en nombre de sus especiales gustos buscan la prohibición de los de los demás en nombre de la tan cita calidad de vida o lo políticamente correcto con respecto a su intereses monetarios o de gustos.

 Y si así seguimos hasta el mear y el cagar, algo que realizan de plebeyos a monarcas, habrá de hacerse las veces y momentos que las normas dictadas al respecto señalen. Amén

 

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R. Mera

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