NARCEA/BERZOCANA.-Soy políticamente incorrecto: No celebro el Día de la Madre
Pues miren por donde otra vez he vuelto a ser políticamente incorrecto y no he celebrado ni he contribuido a ello, el día de la madre. ¿ O es el Día de la Madre, así con mayúsculas?. Sea lo que fuere me vengo manteniendo en mi negativa ha ya bastantes años. Suelo repetir que más que el día de la madre es la festividad de San Pepín Fernández, fundador del Corte Inglés. Yo celebré el Día de la Madre mientras esta festividad mantuvo su fecha tradicional: el 8 de diciembre y dejé de hacerlo cuando “por motivos “únicamente económicos, la presión de las grandes superficies de entonces obligaron al cambio de fechas.
En 1.965 se traslada al primer domingo de mayo abandonando el 8 de diciembre fecha tradicional. En los inicios de 1900 comenzó esta festividad en EEUU que tras varios vaivenes la estableció el segundo domingo de mayo. De ahí nos llegó la presión para el cambio. No obstante, la fecha no es única y universal pues hay muy distintas fechas según países, estableciéndose en meses tan dispares como octubre, diciembre, noviembre, febrero y otros.
Ya les he dicho que los motivos del cambio fueron únicamente económicos. A primeros de diciembre, el comercio tenía asegurad las ventas con las fiestas Navideñas. Así las cosas, la influencia del tan citado día no repercutía mucho en las cajas registradoras. Utilizando como referente a los americanos se inició la presión, especialmente sobre la iglesia, hasta lograr el cambio.
Es pues el tan cacareado Día de la Madre una fiesta eminentemente comercial y consumista en la que hemos caído un tanto complacidos envolviendo su claro carácter con papel de regalo y loas a todas las madres del mundo. Loas que, en las redes sociales, llevan a los pareados más ridículos y a los más blandengues y sensibleros comentarios.
Voy a terminar con una reflexión efectuado en Facebook por la que fuera mi compañera en La Voz de Asturias, Georgina Fernández, cuyo beneplácito espero:
“No tenéis ningún mérito por amar a vuestras madres: son dulces, guapas, maravillosas, cariñosas… perfectas. Lo verdaderamente difícil es seguir queriéndolas si son gordas, feas, gruñonas, malencaradas, te ven todos los defectos… Y que, aún así, año tras año, les sigáis haciendo un regalín, sabiendo que, inevitablemente, os lo va a tirar al ‘focicu’. No, no, por supuesto, la mía también es perfecta, majos”.
Pues eso