De romería a San Luís del Monte

Ermita de San Luís del Monte

En la vorágine de las fiestas veraniegas que se desparraman a lo largo y ancho del concejo de agosto a septiembre queda un tanto olvidada, excepto para los más cercanos, la de San Luis del Monte, en la parroquia de Posada de Rengos. Corresponde la festividad al 25 de agosto (San Luis Rey de Francia) aunque, como ocurre con otras muchas, se adecua a la comodidad o disponibilidad de los vecinos trasladándola al fin de semana más cercano. Es fiesta de hondas raíces pues ya en 1.695, el Padre Luis Alfonso de Carballo hablaba de ella en el libro “Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias”.

Amén de los milagros que la iglesia atribuye al santo rey francés, éste de Posada también tiene lo suyos personales que nada tienen que ver con el francés que le dio origen y es el reconocido.

Dice la tradición, y algunos creen que aún sigue sucediendo, que cuando en la celebración de la misa en el día de la festividad, el oficiante eleva la hostia consagrada, aparecen por suelos y paredes de la ermita numerosas flores. También se le atribuye el don de la curación de los oídos. Cuentan los más viejos que echando en ellos un poco de agua de la fuente que está junto a la ermita y metiendo en el oído una ramina de xardón pasado por el manto del santo desaparecía toda dolencia y mal.

Aunque gozó de esplendor en épocas pasada, la fiesta fue decayendo llegando casi a su total desaparición. Así las cosas, en 1.989 los mozos de Posada de Rengos, Caldevilla, Ventanueva, Villar y algunos otros, se reunieron y decidieron volver a relanzar la celebración. Como primer paso fundaron la peña “San Luís del Monte” y seguidamente toda la parroquia se puso manos a la obra para restaurar tanto la ermita como la imagen del santo, ambas en muy mal estado. A esta peña le siguieron “Los kurdos”, en 1.992 y “Xardón” en el 93.

Gruoo Piélago. Peregrinos en San Luis

En este mismo año, la peña “San Luís” regaló unas andas para procesionar al santo y una urna para guardarlo. “Xardón” un donativo en metálico y unas vinajeras, sidra y bollo preñao para todos. “Los kurdos” se encargaron de la folixa con la contratación de unos gaiteros e invitando a los asistentes a sangría que prepararon allí mismo en una pequeña hormigonera.

Y en la tarde se dio rienda suelta a las competiciones para pequeños y mayores con tiro de soga, carreras de patatas en cuchara, de dos pies, de sacos.. y todo cuanto la imaginación dio de sí.

Como anécdota de aquel año señalaré que en la fiesta se hallaban dos mozos de la zona que al día siguiente salían para Bosnia en misión humanitaria encuadrados en los Cascos Azules de la ONU. Así lo hizo saber el alcalde de Posada despidiéndolos todos los asistentes con aplausos mientras la orquesta interpretaba el “Soldadito español, soldadito valiente”.

Al caer la tarde se inició el regreso. Unos lo hicieron pie, otros en los tractores. En Posada se organizó una gran verbena, fuegos artificiales a las doce de la noche y sopas de ajo en la madrugada ya cuando las primeras luces apuntaban en las cimas de los montes cercanos.

Y ahí siguen todos, el santo y sus devotos. Sea por muchos años

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R. Mera

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