Y un año más… el Arbolón

Y un año más… el Arbolón

El Arbolón en 2019

Y un año más…el Arbolón. Será esta noche. Cuando ya la tarde comience a apagar sus luces determinados mozos cangueses emprenderán felices e ilusionados el camino que los lleve a ese árbol, ya señalado de antemano, que ha de ser el protagonista de la noche de la víspera del día del señor San Pedro. Cada año, desde hace ya muchos, tal día como hoy me veo en la tesitura de pensar cómo escribir otra vez esta crónica previa sin caer en la continua repetición. Es muy difícil. Y lo es por cuanto la puesta del Arbolón es una muy vieja tradición y, como tal, repite una y otra vez sus movimientos, sus haceres, sus caminos, sus gritos y sus vivencias; las comunes y las individuales.

La puesta del Arbolón es una muy vieja tradición que repite una y otra vez sus movimientos, sus haceres, sus caminos, sus gritos y sus vivencias

Y, como siempre, el bar Sotero acogerá desde su privilegiada situación, a la vera el Prao del Molín y del Puente de Ambasaguas, a los mozos que tras merendar y acumular fuerza para lo que les espera emprenderán el camino hacia el lugar en que el árbol les espera. Son muy pocos los que los saben. Y es así porque, como manda la tradición y prácticamente todos los cangueses saben, el árbol ha de ser robado. Ello presupone pues que se guarde el secreto sobre el lugar en el que se halla. Casi nunca suele suceder nada al respecto, pero si ha habido algún encontronazo con determinado propietario que se ha sentido robado. Pero nunca ha llegado la sangre al rio. Y eso que en la mayoría de los casos en las márgenes del uno o del otro, de Narcea o del Luiña, es de donde sale el árbol. Sí he contado ya aquí aquel caso en que se denunció el robo y los “ladrones” hubieron de declarar en el juzgado con el alcalde cangués, entonces Manolo Miranda, a la cabeza. Todo quedó en un anécdota muy celebrada.

Como manda la tradición y prácticamente todos los cangueses saben, el árbol ha de ser robado

Y otra vez, como sucedió el pasado año, el bicho no podrá con la tradición. Y si entonces los cangueses fueron capaces de traerlo y plantarlo frente a la ermita de Ambasaguas cumpliendo todos los requisitos, este año, con las medidas sanitarias algo más relajadas, lo harán mucho mejor.

Les esperamos. Y allí acudiremos cuando el preceptivo volador nos indique que el árbol ha entrado en la villa.

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R. Mera

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