Julio de invierno, viajes inconscientes y El Carmen en puertas

Julio de invierno, viajes inconscientes y El Carmen en puertas

Ha llegado julio cuando aún junio no se había despojado del todo de sus ropas invernales. Ni tan siquiera se había puesto las que debía presentar la primavera. Nos sé si el tiempo se ha dejado convencer por la sociedad o ha sido al revés. Todo está en un difuminado estado gaseoso, sin convicciones, sin ideas claras y ni tan siquiera con lo que debía ser la realidad despolitizada de las Estaciones cumpliendo lo que de ellas se espera desde la noche de los tiempos.

Ha llegado julio dejando vislumbrar apenas aires festivos, viajes o llegadas de veraneantes de lugares lejanos u oriundos. Ni tan siquiera el indulto concedido por el gobierno a las mascarillas, para acallar las críticas a otros ya otorgados, ha animado al paisanaje reacio, frío, preocupado, incluso alejado de los problemas sociales y de país, en un creciente y negativo individualismo en que tan solo prevalece el interés del yo y los deberes que los demás tienen con respecto a mí. Pronto exigiremos que el Estado venga a limpiar nuestra cocina y que nos cobre impuesto alguno. Es más exigiremos que nos compre los artículos de limpieza Es nuestro derecho, ¡faltaría más!, argumentarán los licenciados y doctores en Redes.

Tan solo algunos grupos de jóvenes de diversos lugares decidieron ejercer “sus derechos” y viajar de fiesta en botellón y de botellón en masivo concierto, sin respetar en nada las recomendaciones de los organismos que controlan la brutal pandemia del Covid-19. Y con la aquiescencia de gobernantes, el silencio de las Administraciones,y el hacerse el loco de los organizadores a los que tan solo importó el beneficio.

El paisanaje vive en un creciente y negativo individualismo en que tan solo prevalece el interés del yo y los deberes que los demás tienen con respecto a mí

 La realidad acudió presta a soltarles un bofetón recordatorio. Y además vimos con cierto sonrojo como muchos papis acudían al rescate y justificación de los hechos. En mis tiempos de juventud, e incluso en los de las generaciones posteriores, si a esa edad acuden nuestros padres a sacarnos las castañas del fuego de un acto en el que nosotros solo nos habíamos metido, nos hubiésemos muerto de vergüenza. Claro que quizás quisiesen atemperar su culpa, porque los citados viajes no hubiesen sido posibles sin su consentimiento y aporte de la necesaria pasta paterna.

Están aquí ya las fiestas de Cangas. El Carmen se nos viene encima aun cuando el tiempo parezca ir en dirección contraria. Y se anuncian conciertos para más de 700 personas, y actos de uno y otro tipo. Y hasta llegan anuncios de la preparación de cenas de muchos comensales… y todo ello con el bicho pululando a su antojo y sin freno, no ya por capitales y grandes ciudades, sino incluso por villas, pueblos, aldeas, y hasta caleyas.

Y el bicho sigue pululando a su antojo y sin freno, no ya por capitales y grandes ciudades, sino incluso por villas, pueblos, aldeas, y hasta caleyas.

Y ante esta situación, tan solo nuestra propia y necearía responsabilidad, la conciencia de sociedad y el conocimiento de lo que con nuestra inconsciencia o pasotismo podemos provocar, contendría o podría contener el aluvión de contagios.

Bienvenidas sean las fiestas. Y las necesarias liberaciones a las restricciones de los jóvenes, e incluso de lo son tan jóvenes. Y la necesidad de salir, y de compartir vivencias. No es necesario vivir toda la vida en unos días de determinado mes cuando aún se está iniciando aquella. El Carmen vendrá inexorablemente un año tras otro. No provoquemos que por la impaciencia o una equivocada idea del ejercer como sea “nuestro derecho a divertirnos”, lleve a algunos a que éste sea el último.


 

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R. Mera

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