Se fue mayo cargado de soles y agua; en junio el sol y el agua siguen jugando al escondite

Vista de Berzocana desde la Sierra
Se fue Mayo cargado de soles y aguas. Van y vienen las nubes jugando al escondite con los rayos de luz actuando, a veces de espejos, a veces de cortinas oscuras.
El Paseo del Vino se ha llenado ya de la frondosidad de la Primavera y las sombras de los árboles juegan también con la aguas del Luiña. Algunos paseantes descansas en los bancos bajo las sombras protectoras. Calienta el sol mas, de pronto, comienza a llover con fuerza y vuelta de nuevo al sol. Está el tiempo veleidoso, como la política.
Hube de marchar a tierras cacereñas, a las Villuercas, a cumplir con esos deberes que la vejez de unos impone a la vejez de otros aún cuando los años apunten que la situación debía de ser a la inversa. Es caprichosa la Naturaleza marcando los tiempos del envejecimiento y los achaques.
Están verdes los campos. Por las faldas de la Villuercas, canchos abajo, algunos prados quieren engañarme mostrándose, en pendiente y en verdor, como réplicas de los cangueses. El sol comienza a calentar cual si ya julio mediase, No tardarán en comenzar a agostarse los campos si el agua no lo remedia. Apuntan ya las cerezas, pero aún no han madurado lo suficiente. El tiempo, cual adolescente veleta, juega también a engañarnos en su cadencias lógicas, alternándolas, cambiándolas, mezclándolas, adelantándolas o atrasándolas según días e incluso horas.
Ya son rojizos los atardeceres y los vencejos surcan los cielos a velocidades supersónicas, rozando los tejados con sus alas, filtrándose entre los cables o acariciando las campanas con sus picos. Otras veces sobrevuelan raudos tu cabeza haciendo que instintivamente te encojas. Chillan como posesos.
Pero cada mañana he de volver a Cangas. Y lo hago cruzando raudo el cielo, como los vencejos. Y aunque no me muevo de mi silla esa magia que son las nuevas técnicas de comunicación, me permiten estar aquí y allí en el mismo instante. Y así, cuando suena en esta casa la musiquilla correspondiente, arranco con mi estampa. Unos tres minutos después ya estoy de nuevo en la Villuercas. Es la magia de estos tiempos.