El Carmen: ¿Está perdiendo su especial esencia sonora que le distingue del resto de celebraciones patronales?

El Carmen: ¿Está perdiendo su especial esencia sonora que le distingue del resto de celebraciones patronales?

Hablemos de lo políticamente  correcto, el normativismo, el buenismo y la sacrosanta seguridad

Atenuado me llegaba el sonido de gaitas. Levanté la vista del teclado y me asomé a la ventana. Los gigantes y cabezudos avanzaban por el Paseo. Apenas unos chiquillos detrás, algunas madres con carritos de bebé y un par de abuelos. La mayoría de los niños iban delante, Ellos eran los cabezudos y marchaban con sus cabezotas definitorias bajo el brazo. Aquello de preservar la intimidad, de que los niños creyesen que los cabezudos eran así en realidad. Aquello de correr tras los niños asustadizos dando escobazos forma ya parte del pasado. De alguna forma se ha perdido la inocencia y con ella la ilusión, incluso la de aquellos que, ahora abuelos, corrieron huyendo de los cabezudos y con miedo a los brazos giratorios  de los gigantones. Ante esta realidad solo queda la nostalgia.

Están siendo unas fiestas raras. A media mañana llega otro varapalo Las peñas de la tirada de vísperas de la Magdalena no tirarán; suspenden sus actuaciones indefinidamente. Juzgados, burocracia, permisos, indefinición…

Hay una sensación de que “la esencia” del Carmen se está diluyendo. Y eso que el entusiasmo de los cangueses de ayer y hoy no decae ante las adversas vicisitudes.

Hay runrún y descontento también entre el resto de peñas. Y entre muchos cangueses. Una sensación de que “la esencia” del Carmen se está diluyendo. Y eso que el entusiasmo de los cangueses de ayer y hoy no decae ante las adversas vicisitudes.

Días después del atentado de la torres gemelas en EEUU comenzaron a tomarse fuertes medidas de seguridad, sobre todo en aeropuertos y estaciones de tren. No tardaron en chocar estos  dos conceptos claves en América: libertad y seguridad. Y no tardó en denunciarse la continua pérdida de libertades en aras de la sacrosanta seguridad. Y en su nombre comenzaron a escudarse movimientos radicales o retrógrados. Y de América saltó a Europa y, en mi criterio, así llegó hasta Cangas del Narcea. Todo es seguridad, todo sea con seguridad. Y que nadie ose poner en duda lo que es políticamente correcto y se diseña, se controla, se dirige y se aplica, desde los enmoquetados despachos de los burócratas, los “del libro, la regla, la letra y la burocracia”, aún cuando no hayan encendido un volador en su vida. Y así poco a poco la libertad va retrocediendo en aras de la seguridad. Y quizás, digo yo, haciendo desaparecer la esencia de las cosas, las fiestas y las tradiciones. Y no es  políticamente correcto decir nada en contra, como yo aquí hago, pueden acusarlo y acusarme de cualquier cosa o barbarie. Otra cosa es disentir argumentando.

Después de la Descarga inconclusa

Seguro que todos los que dejaron atrás la mayoría de edad allá por los setenta y ochenta, recordarán, con nostalgia y una placentera sonrisa, como la noche que llevaba del 15 al 16 de julio, trascurría entre explosiones, cánticos, cubas, cervezas y más explosiones.

Son las continuas explosiones las que hacen del Carmen unas fiestas distintas del resto de las de Asturias y de cualquier otro lugar

Y como los últimos voladores de las peñas del 15 daban paso, al amanecer, a los primeros que tiraban las de la mañana, Y seguidamente los de la salida de la Virgen, los barrenos de las promesas y ofrendas, los de la llegada a la Plaza Conde de Toreno, y luego los de la Plaza de la Oliva, y los que, libremente, salían de aquí y de allá, de una comida, de una reunión o porque sí, porque era El Carmen. Y los del Voladorón, y luego la Descarga, y más allá los de los que preparaban las tiradas de la noche del 16, y luego… y luego.. era la esencia de la fiesta. Lo que hacían a las del Carmen distintas del resto de las de Asturias y de cualquier otro lugar. Y todo ello lo hemos perdido, lo estamos perdiendo, en aras de la sacrosanta seguridad. Y ya saben: contra el puritanismo, el normativismo, el advenedizo progresismo y el buenísimo, solo cabe la diversión, la alegría, y el contrareformismo sobre lo políticamente correcto

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R. Mera