Padres consentidores, hijos agresores

Padres consentidores, hijos agresores

Mientras tratamos de sobreproteger a nuestro hijos y nietos, mientras defendemos a protesta limpia sus derechos y nos olvidados por completo de sus obligaciones y deberes, mientras, aplaudimos que un día sí y otro también se rebajen los niveles educativos, mientras, protestamos de continuo contra maestros y educares  que  no entiende a nuestros retoños  y ni se han adatado a los nuevos tiempos ni hacen nada por entender las procuraciones de los padres, muchos más acordes con las nuevas tendencias y reclamamos la perspectiva de género hasta en las pasarelas al agua en las playas para que nuestro retoños y retoñas no sufran el calor en los pies ni malestar algunos en su goce veraniego, digo, absortos en todo ello,  pasa desapercibida, inserta en la Memoria de la Fiscalía de 2021, la alerta que efectúa a la sociedad  del aumento de las agresiones de menores a su progenitores. Y que crece muy deprisa. Y aclaro para los más escépticos o “progresista de moqueta”: Nos dicen que cada vez es mayor el número de hijos que, no solo insultan o menosprecian a sus padres, sino que les abofetean o les sueltan el puño; en definitiva, les pegan.

Si, ya sé que se habla poco de ello pero sé, al igual que ustedes, la vergüenza que debe dar el denunciar a un hijo o recocer ante los vecinos que a sus descendientes no les preocupa en absoluto el dicho popular que asegura que no hay nada más feo y deshonroso que pegar a un padre.

O quizás les avergüence reconocer que a todo ello se ha llegado por un exceso de proteccionismo, de justificar actos injustificables,  de perdonar una y otra protesta infantil o juvenul,  una y otra indisciplina, uno y otro incumplimiento de las normas familiares, o las primeras voces y amenazas. Mimos y regalos innecesarios y no ganados que convierten a los niños, primeo en tiranos y, seguidamente, en agresores cuando se les apaga la tele o se les cierra la wifi.

 Confusión del amor incondicional con mimos  desmedidos y justificaciones perversas.

Quizás en estos últimos tiempo se nos olvida con demasía frecuencia que la infancia y la adolescencia son tiempos de aprendizaje que te llevan a los punto de responsabilidad individual y social que habrá de regir tu vida. Muchas veces, lo padres hurtamos la realidad de la vida a los retoños que crecen para preservarlos, aunque no sepamos de qué, pues la realidad ha sudo y es siempre dura e imprevisible.

Llegamos al mundo recibiendo una sonora palmada para que a él nos abramos. Luego todo se nos olvida y rodeamos la viuda de los niños de almíbar y azucaradas muestras de un mundo que no existe en la realidad como el llevarlos poco apoco a la guardería para que no lloren, cuando la vida nos enseña que es mejor meterse de golpe  en el mar o la piscina  que poco o poco. Como en los problemas de la vida.

Crecen las agresiones a los padres, pero muchos de éstos se niegan a reconocerlo quizás por no recocer también su propia culpa

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R. Mera