La Cangas de 1.930.- El Ropero, el Hospital Asilo y las muchas necesidades

La Cangas de 1.930.- El Ropero, el Hospital Asilo y las muchas necesidades

Aunque la revista canguesa La Maniega en su primera época era muy dada a mostrar los muchos encantos del concejo y la importancia cultural y magnanimidad de muchas de sus gentes; o la importancia y prestigio de aquellos de sus hijos más ilustres que habían emigrado Madrid, o lo bien que había casado esta o aquella canguesa perteneciente  a las mejores y más distinguidas familias del concejo , lo cierto es que tampoco se escondía a la hora de mostrar la pobreza, e incluso la miseria, de la que prácticamente desde sus inicios y  hasta su cierre fue testigo.

Hoy quiero traer hasta ustedes dos conceptos que en su trayectoria La Maniega manejó mucho, fueron tres vocablos que, digamos la clase media, especialmente la media alta, del concejo cangués, utilizaba muy a menudo. Me refiero al Ropero, el Hospital Asilo y  a la Escuela Dominical. Tareas y preocupaciones todas ellas muy loables y a cuyo mantenimiento se entregaban con ilusión y entusiasmo determinados cangueses. Lo que yo quiero reverdecer aquí y ahora son las formas, el lenguaje con el que lo hacían.

Un ejemplo: “Cuando nos quejamos de que el Ropero está desnudo; cuando decimos que nuestro hospital asilo está en continua penuria, cuando nos lamentamos de lo mucho que aún falta por socorrer en el concejo y en la villa, no hablamos mal por ello de la caridad canguesa. Es que ¡son tantas, tantas las pobrezas y tan escasos los acaudalados que puedan atender a tantas deficiencias, que toda la abnegación de nuestras instituciones benéficas no puede llegar a todo!” Es curioso. Se está iniciando la década de los treinta y tan solo hacen un llamamiento a la caridad, a la abnegación, a la ayuda voluntariosa y abnegada de los cangueses y las instituciones benéficas. Nada de reivindicaciones, justicia social, sueldos dignos, derechos…

Pero ¿cómo era aquella Cangas? Pues punto arriba, punto abajo, igual que todo el país. A finales del siglo XIX se produce una emigración masiva de Cangueses hacia Argentina y en menor proporción a Cuba. Al inicio del siglo xx aumenta el número de emigrantes a Argentina. La colectividad canguesa crea en Buenos Aires  el Centro Cangas del Narcea, que sigue existiendo hasta el día de hoy. La emigración a América del Sur   finaliza en la década de los sesenta. En esta época empieza el gran flujo migratorio hacia Europa, sobre todo a Suiza y en menor número a Francia.

En aquella época aún se rumiaba  la desamortización de Mendizábal, (1842-1844)  que acabó completamente con el monasterio de San Juan de Corias, vendiéndose todo su patrimonio y quedando el monasterio abandonado durante treinta años, hasta que fue de nuevo ocupado por una comunidad de dominicos. Las repercusiones en la comarca fueron muy negativas. Iniciado el siglo XX, Cangas seguía dentro de su tradicional aislamiento, ampliado por la falta del ferrocarril, aunque a pesar de todo, la villa de Cangas empezó a tener un gran crecimiento debido a otro tipo de comunicación como fueron las carreteras: Espina-Ponferrada, Cangas-Ouviñano, y la construcción del llamado Puente Nuevo.

Durante la segunda mitad del siglo XIX Cangas fue cabeza de distrito electoral, alternándose en el poder liberales como José Francisco Uría y Riego y conservadores como los condes de Toreno.

 Entrando en los 30  no podía considerarse ya a España como un país con una economía agraria y una población rural ya que  la población activa dedicada a la agricultura había descendido. Por primera vez en la historia de España, la población activa agraria era inferior a la industrial y la de servicios unidas. No  así en Cangas donde la población era toda ella prácticamente rural con gran predicamento de las viñas, especialmente en la villa, rural y empobrecida. En esos años las ciudades de más de 100.000 habitantes habían pasado de 6 a 11 desde principios de siglo. De los 18 millones de habitantes de principios de siglo, pasaron a más de 23 en 1930. En este crecimiento había un factor derivado de la modernización: la mejora de las condiciones higiénicas que, aquí aún tardarían bastante en llegar. La esperanza de vida pasa de ser tan sólo de 35 años, en los años 30 asciende ya a los  50. El concejo cangués cerró el siglo XIX con una población de 22.742 vecinos. En 1930, época en la que situamos nuestra redacción, alcanzó los 23.104 para al inicio de los 70 caer a los 19.713.

Ya bien sitiados volvamos al Ropero, el Hospital Asilo y la Escuela Dominical, que como les contaba no pasaban por buenos momentos y no podía llegar a cubrir las muchísimas necesidades  que demandaba el  concejo y que La Maniega contaba con especial y afectado lenguaje.

“Pero hay días”, continuaba la revista su relato, “en que frente a esas necesidades, la caridad aumenta se expansiona y entonces hay para todos”. Y continúa: “En las pasadas Pascuas (Navidades de 1929)  hubo también para las muchachas que, asiduas, acuden a la Escuela Dominical, en la que se suplen muchas de las deficiencias de instrucción primaria, que padecen nuestras aldeas.

Es nuestra Escuela Dominical la institución benéfica más antigua de Cangas, y en verdad que sí es gran mérito el de las distinguidas señoritas que a ella acuden, enseñando a leer y escribir a unas alumnas, en su mayoría domésticas, también los es bien grande el de esas muchachas que dedican a instruirse en las horas más propicias para buscar novio, o para hablar con él, las que ya hicieron conquista. Han merecido su aguinaldo, y aunque sin rumbos, también los han disfrutado en estas Pascuas”

Y remata la crónica:” ¡Quién fuera rico, eh!, ¡muy rico!, para dotar con esplendores a nuestro Asilo Hospital, para mandar lotes y lotes al Ropero, para dar aguinaldos a todos los niños del concejo, para dar atractivos y medios a nuestra Escuela Dominical! Habrá que contentarse con dar óbolos modestos, contando con que si todos acudimos, aunque sea poco, habrá para todo y para todos”

Pero no todo había de ser pesimismo. En esas mismas fechas se crea la escuela de Monasterio del Coto, otra en Valleciello y otra más en San Pedro de Arbás, y en Vallinas se inició la construcción de un local. escuela para luego pedir su creación, algo que se logró. Y claro que se progresaba. Fíjense: En el Teatro Toreno se instala la calefacción, “mejora por todos los cangueses sentida y ansiada”, aclaraban. Se inauguró el 15 de enero de 1.929

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R. Mera