CANGAS DEL NARCEA.-Mi especial adiós a Paco Flórez, un hombre humilde y sencillo

La muerte de Paco, Paco Flórez, me pilló lejos. La noticia me llegó desde Onda Cero y logró que el devenir de la mañana quedase en suspenso, con una especie de vacío de esos que dejan adormecido el sentimiento y hueca el alma. En estas ocasiones, y con determinadas personas como es el caso, suele suceder que un torbellino de sentimientos y recuerdos te atropelle sin orden alguno. Priva el sentir sobre el pensar. Y quizás por ello dejé pasar los días hasta mi vuelta a Cangas para dedicar a Paco este recuerdo. Este es el momento.

No voy a hablar aquí del hacer profesional de Flórez Cosmen ni de su proyección empresarial. Eso ya es conocido o lo han hecho otros. Yo quiero recordar aquí al hombre familiar, con devoción por los tuyos, al hombre nacido en el seno de una familia de comerciantes que pronto tuvo que hacerse cargo del negocio familiar dada la temprana ausencia de su padre, el que fuera alcalde cangués, José Flórez Sierra.

Su gran amigo  Pepe Marentes le definió perfectamente: “Era una gran persona, muy trabajador y humilde. Nunca presumía de su empresa y siempre sacaba un rato para quedar con sus amigos de la peña La Forca” Y no solo de la Forca, añado yo, siempre tenía un momento para todos. Con su decir pausado, con su bonhomía, con su hacer sin afectación alguna, con su sentir vivencial para todos y todo lo que con Cangas tuviese relación. Paco fue amigo de sus amigos y paisano de sus paisanos, amén de “todo un paisano” como me apunta Xuan

Paco Flórez y Pepe Marentes fundaron, allá por la década de los cincuenta, una de las primeras peñas de pólvora de la villa canguesa, La Forca. Además, los dos amigos se hicieron socios de la Sociedad de Artesanos cuando ésta apenas contaba con quinientos afiliados. Y acudían a cenar al Cascarín  aportando las empanadas o tortillas que habían hecho sus madres.

Aquella primera Forca se perdió por múltiples razones, entre ellas el trabajo y las distancias, pero fueron capaces de recuperarla  hace unos 35 años, y desde entonces todos los 21 de julio,  víspera de la Magdalena, celebran su cena.

Paco y Mercedes

Paco Flórez  deja un gran vacío en Cangas del Narcea, donde  siempre será recordado por su dedicación, pasión y compromiso tanto con su trabajo como con las tradiciones y costumbres de su tierra. “Paco fue siempre un hombre humilde y discreto. Un trabajador incansable que apostó por una empresa familiar en el medio rural. Una persona muy querida, respetada y que siempre te recibía con una sonrisa”, dijo de él alcalde cangués, José Víctor Rodríguez”

También se hallaba Paco muy involucrado en la sociedad canguesa y en la vida de la parroquia donde su mujer, Mercedes Álvarez Blanco, fue durante 20 años la responsable de Cáritas. “Era un hombre prudente, sencillo, austero, humilde, justo y generoso”, señala el párroco Juan José Blanco

Resaltemos por ultimo su entrega y defensa de  las tradiciones y los festejos cangueses, estando muy ligado a las fiestas del Carmen y la Magdalena y todo lo que ello conlleva.

-No hay que relajarse Mera. Hay que seguir dando vida y calidad a esas Estampas, me decía. Y es que Paco era un gran seguidor, y también un crítico eficiente y capacitado, tanto  de estas Estampas de Onda Cero  como de mi blog. “De acebo y jara”

Su adiós

Miren. No sé cómo, pero el caso es que lo sé. Lean:

Al llegar Paco a las puertas del cielo saludó amablemente a San Pedro al que reconoció de inmediato

-Muy buenas tardes, señor San Pedro. Por cierto, yo soy muy del Arbolón y San Pedro, allí en mi pueblo de Cangas del Narcea. Hágame el favor. Yo le rogaría si usted podría indicarme dónde está el chigre ese que de siempre se ha dicho abrió aquí Don Herminio, el cura, y al que acuden todos los  cangueses que por aquí se hallan para echar unos cantarinos. Se lo agradecería mucho

San Pedro miró a Paco con una amplia sonrisa, le echó amigablemente el brazo por el hombro y le dijo:

-Sí hombre sí. Todos los cangueses soy iguales, siempre traéis incorporada la Descarga, el Arbolón y algún que otro cantarín.

Y se fueron charlando amigablemente

Amigo Paco, aquí nunca terminarás de irte del todo 

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R. Mera