Y tendremos que pedir cita previa a la Administración para conseguir una cita previa

Y tendremos que pedir cita previa a la Administración para conseguir una cita previa

Se quejan, nos quejamos, los ciudadanos de la penosa respuesta de la Administración a nuestras preguntas, demandas de información o reclamaciones. Y lo malo es que lo hace atrincherándose  en la cita previa. Y llamas una vez, y otra y otra y…nada.  Lo teléfonos  de atención al público no contestan, no suenan, no atienden gran cosa. Y  las páginas web del Estado funcionan al ritmo premioso, desesperante e indiferente, propio de al menos este nuestro Estado: Tarde, mal, y  la mayoría de las veces, nunca.

Allá, cuando la pandemias del covid-19, vimos muy razonable la sustitución de la atención presencial, incluso médica y asistencial, por la telefónica e informática, además de la generalización de la cita previa en todas las instituciones. Aceptamos con resignación la medida como acción prudente para evitar los contagios.

Lo que no esperábamos es que, tras la terminación de la epidemia, la cita previa se instalase en las administraciones como derecho propio adquirido hasta llevarnos en la actualidad a  intuir que su  erradicación se anuncia ya  aún más difícil que el virus que la provocó.

Y tendremos que pedir cita previa a la Administración para conseguir una cita previa a cualquier servicio

La cita previa, que era una cuestión meramente funcional y  temporal, ha acabado por constituirse en un órgano administrativo más para desesperación de los españolitos agobiados ya por la losa administrativa heredada de muchos años atrás y que no para de engordar. Para acabar con ello  luchan a favor de su desaparición toda suerte de asociaciones de consumidores y defensores del pueblo aunque, lamentablemente y para su desesperación, sin el menor éxito y con el constante aumento del cabreo ciudadano extensible desde las aldeas a las mayores ciudades

Y tan complicada y tupida ha resultado la red interpuesta entre Administración y ciudadanos que, inevitablemente, ha acabado por nacer en su entorno un mercado negro en el que las citas se cotizan al alza. Florecen los intermediarios que contrabandean citas previas en el ordenador para vendérselas después a quienes han caído ya en la desesperación y están dispuestos a pagar por aquello a lo que tienen gratuito derecho.

Y les doy datos: Comprar una cita para tramitar una pensión antes de que pasen meses costaría unos cincuenta euros, según calculan los que han investigado el asunto. Una cifra que se multiplicaría por diez, hasta alcanzar los quinientos euros, en el caso de los extranjeros que acuden a la reventa de citas para presentar una petición de asilo. Pero esta situación alcanza a otras muchas relaciones afectadas de estas mal venidas citas que haber hay muchas. El Estado, el gobierno, aseguran una y otra vez, y más ahora en época electoral, que va a tomar medidas sin que tal aserto se cumpla…

Tampoco hay, hasta donde se sabe, propósito alguno de suprimir la cita previa. Burocracia, burocracia , burrocracia

Pero ni organismo ni político alguno habla de ofrecer un mayor número de entradas a quienes necesiten una cita con la Administración, medida que tal vez equilibrase un poco el fuerte desnivel entre la oferta y la demanda. Tampoco hay, hasta donde se sabe, propósito alguno de suprimir la cita previa. Burocracia, burocracia , burrocracia

Y yo, que a este respecto soy bastante escéptico, y dado los antecedentes habidos en situaciones parecidas, veo  más probable que el Gobierno acabe creando una Dirección General de Citas Previas para agilizar la concesión de citas previas. Y así llegaríamos al absurdo de llegar a tener que pedir una cita previa para posteriormente obtener una cita previa.

Absurdos,  quizás incluso más disparatados, ya se han visto en lo que a la Administración respecta, tenga ésta el carácter geográfico que tenga.

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R. Mera