CANGAS DEL NARCEA.- Mi intervención en la presentación del libro “Remembranzas canguesas I”

El autor con los componentes de la mesa

“Cuando allá en septiembre de 1972 llegaba a esta villa recién casado con mi carpeta de maestro de aldea bajo un brazo y una pequeña máquina de escribir Olivetti en el otro, nunca podría imaginar que 41 años después estaría en este balcón pregonando las fiestas del Carmen y la Magdalena. Honor que me hacéis, que me honra, y que agradezco profundamente”.

Muy buenas tardes y muchas gracias por acudir a esta cita. Y gracias especiales a los que me acompañan en esta mesa en cuyas palabras se nota, y mucho, están tamizadas por el cariño más que por los méritos del escritor o la objetividad del analista sobre la persona.

 Y es que así, amigos, como acabo de decirles, comenzaba yo mi pregón festivo el 14 de julio de 2013. Hoy, diez años más tarde de ello, podría repetir aquí, en este espacio cultural, la misma entradilla con respecto a la presentación de este mi segundo libro sobre Cangas y los cangueses. Bastaría cambiar el balcón por este espacio. “Honor que me hacéis, que me honra y que agradezco profundamente”.

Y, antes de seguir, permítame ustedes una pequeña loa, aunque los méritos son para que fuese mayor, hacia Toño Treito, Ángeles y su hija Inma, auténticos y desinteresados valedores de la cultura en general, y de la  canguesa en particular, sin cuya decisión y ánimo hacia todos aquellos que empiezan en el mundo de las letras, que de alguna manera empezamos nuestro hacer literario, habría quedado truncado en sus inicios. Meritoria es su labor y a fe que en esta cuasi olvidada ínsula cultural incrustada entre brañas y profundos valles, olvidada de validos, regentes, gobernadores y amanuenses de cabecera del poder, incluso de alguacilillos y escribanos dependiente de condumio y bolsa del politiquillo de turno, son capaces de romper barreras y atavismos sociales en pro de hacer valer los méritos de Cagas y los cangueses. Sea pues para ellos nuestro reconocimiento.

 Y retomo de nuevo el hilo de lo que hasta aquí nos ha traído hoy. Tras haberme acercado junto a ustedes, amables lectores, al modo de ser, vivir y sentir de los cangueses bajo la óptica festiva (Remembranzas festivas canguesas; Delallama, 2021), me atrevo a hacerlo de nuevo, esta vez desde una óptica más abierta, desde el acontecer y trabajar de cada día, desde las rutinas de unos y otros, desde el vivir individual y familiar y desde una perspectiva común, intentando aunar en los relatos que hasta aquí se traen el sentir vivencial de los cangueses de forma que, a través de aquellos, no solo los conozcamos y nos conozcamos mejor, sino que incluso, entendiéndolos como espejos, lo hagamos también con nosotros mismos. He de advertirles que son relatos y, por ello, en su discurrir interviene el hacer del autor que da vida a hechos y situaciones que, realmente acontecidos en su esencia, necesitan ser aunados y desarrollados, dotados de movimiento y vitalidad, para que lleguen al lector en toda su intensidad. Quizás alguien señale respecto a determinado acontecimiento o situación que «no fue exactamente así” o que  «la puerta que señala en tal o cual relato estaba más abajo de dónde dice”. Busque el lector la esencia del aquel, el hecho en cuestión, la idea que se desarrolla, el «momento de verdad» que deja cada protagonista en el miajón de su aventura o vivencia. El autor reviste con palabras y aderezos literarios más o menos logrados cada situación, llevando y trayendo personajes secundarios para hacerlas amenas, para prender en cada una de ellas la atención del lector y también, en muchos casos, para provocar su sonrisa o comprensivo gesto solidario y de entendimiento con el protagonista. Se encontrarán asimismo con otros relatos en que este es la propia villa, o el concejo, o un acontecimiento acaecido en un tiempo y momento determinados, incluso lejos de nuestra comarca, pero analizado siempre desde su repercusión en ésta. Como ya hice en `Remembranzas festivas´, tampoco he querido en este caso colocar los relatos en una línea temporal creciente ni decreciente. He preferido dejar que el lector salte de una a otra época, o de uno a otro espacio geográfico o temporal, sin ningún tipo de atadura. Que en cada momento pueda abrir el libro por cualquier parte y ponerse a leer sin más, sin ningún tipo de condicionante. Y de la misma forma podrá dejarlo y retomarlo otra vez de nuevo. Son relatos que han ido surgiendo en el tiempo, en el día a día de las Estampas de Onda Cero o en los comentarios publicados en mi blog `De acebo y jara´. O recuperados de la revista La Maniega, donde tantas y tantas líneas dejé impresas, o simplemente en el «porque sí» del pronto del escritor. Quédense con el cariño, el entusiasmo y la ilusión que en ello he puesto más que con la buscada calidad que seguro no he sabido encontrar.

Sean pues comprensivos y gocen con cada uno de estos relatos. Los malos momentos aparecen por sí solos, sin que los invoquemos o si  tan siquiera los adivinemos. Colguemos el pesimismo de la percha de la vida, descolguemos la confianza, el sentido primario de la vida, la amistad, el compañerismo y todas esas vivencias, más o menos grandes, más o menos importantes, pero que todas ellas, aunadas, agrupadas van conformando gavillas, constituyendo haces y facinas que, creadas y soldadas en el espíritu comunicativo, conforman la vecindad de la que saldrán como ramas de un gran árbol los barrios, las aldeas, las villas y los concejos.

Les reitero mi agradecimiento por su presencia

 Al que uno mis mejores deseos para el nuevo año que se nos viene.

Paz y Bien para todos

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R. Mera