SUROCCIDENTE.- Las veleidades del tiempo y los caprichos meteorológicos

Leitariegos

Se nos ha venido el invierno encima. Taimado, deslizándose sibilino por las laderas y buscando las hondonadas para cercar villas y aldeas. Y nos engañó. Llegada su fecha oficial decidió vestirse cuasi de verano y enviar al personal a playas y montes. Montes otoñales desprovistos de nieve, incluso de rocío o heladas. Y así un día tras otro. Y se llegó la Nochebuena y el tiempo no cambiaba. Y el personal paseaba por playas y pueblos de Castilla y Levante en mangas de camisa cuando no en camiseta. Y las mochilas escolares de los niños dormían su abandono con más sueños veraniegos que de villancicos o turrones. El hacer las maletas se convirtió en un galimatías de quito/pongo pongo/quito que puso de los nervios a las amas de casa responsable de la intendencia y acoplamientos de ropas y otros menesteres en maletas y mochilas. ¿De invierno?, ¿de verano?, ¿de otoño?, ¿o más bien de primavera?

Pero al tiempo le da igual. Nuestros quehaceres y costumbres le traen al pairo y viene y va sin que logremos definir casi nunca ni el cómo ni  el porqué de ello

Y de repente el calendario volvía a su esencia y el frio y el agua se enseñoreaban de los espacios obligando a acogerse a refugio y buscar el jersey  incluso más allá de la socorrida rebequita de entretiempo. Transcurría un día, o dos como mucho, amainaba, y el invierno se retiraba otra vez taimado y veleidoso jugando con  todos. Protestaban las tiendas con el estancamiento de las rebajas; lo preparado para el invierno no salía, las liquidaciones de verano, tampoco. Los bares con terraza aplaudían, los que no las tiene renegaban y los dueños de los negocios de las estaciones de invierto juraban en griego y arameo por la falta de nieve y a ellos añadían el turco los amantes del esquí y otros deportes relacionados con el blanco elemento obligados a deambular por las aceras en lugar de deslizarse por las pistas. Pero al tiempo le da igual. Nuestros quehaceres y costumbres le traen al pairo y viene y va sin que logremos definir casi nunca ni el cómo ni  el porqué de ello. ¿El calentamiento del planeta? ¿Los cambios en las costumbres ¡Hasta a la mercantilización de la Navidad se le acusa de los incontrolados  vaivenes meteorológicos!

Y se fue el viejo año sin despedirse, sin aceptar el invierno. Y comenzó el nuevo con los mismos caprichos y vaivenes. Y el personal sin entender nada ni poder fijar referencia alguna. Jugaban el frio y el calor al escondite y…bueno…parece ser… que los Magos de Orienten nos han traído ya, de una vez por todas, el invierno y con él la nieve. Y dependiendo de donde nos encontremos

 Esperemos pues, llegadas estas calendas, que solo los políticos sean los veleidosos.

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R. Mera