Informalidad veraniega y El Mirador del Narcea

El Mirador de Fuentes del Narcea jpg.

 

Suele suceder años tras año. Pese a las buenas intenciones iniciales, a medida que avanza el verano las ausencias en esta página comienzan a producirse hasta que, indefectiblemente, se rompe el compromiso diario y se produce la ruptura.

Pido el perdón de mis lectores ante mi falta de constancia y espero su comprensión ante mi pereza veraniega fruto de esta misma condición humana y el trasiego viajero que, también indefectiblemente, suele producirse en estas fechas. Como seguro que ustedes también lo han vivido, o lo están viviendo, estoy convencido de que comprenden perfectamente esta situación.

Tras una fugaz visita a la capital de las Españas, en la que pude comprobar que sigue manteniendo intacta la calidad de su cerveza, también pude hacerlo con sus precios. Hablando siempre de bares y cafeterías normales, en unos se había producido un ligero repunte en el precio de las cañas que se movían entre 1,50/1,70 euros los de tipo medio y un euro los más baratos. Un peldaño más arriba, los precios se disparan velozmente, especialmente en terrazas. Aquí, en las terrazas quiero decir, había también lugares en que ofertaban un cubo con seis botellines por cinco euros. (En las terrazas pijas esto es impensable). El éxito era total. En líneas generales, y hablando siempre de alternes de día, flojos de clientela en general.

aa jpgDe vuelta a las Asturias de Oviedo me han fijado domicilio en la aldea de Larna, en el Valle de Rengos, aunque con visita diaria a Cangas para comprar la prensa y colocar mis crónicas en esta página ya que, no se si por suerte o por desgracia, no hay forma de conectar con la Internet, no hay cobertura de teléfono y, lo que al menos es peor para mi, para lograr señal de radio hay que adoptar posturas mil (sobe todo en la cama) o salir al descubierto. Y aún así las interferencias son más que abundantes. ¡Ah!,tampoco hay chigre

Desde esta aldea, amén de los paseos matutinos y vespertinos por sus  montes cercanos, (las cuestas, que son todas, cada vez me pesan más) me he trasladado, ejerciendo de chofer de la familia a otros lugares cercanos. Les hablaré de uno que, aunque parezca raro, aún no conocía: Moncó.

A esta pequeña aldea, dividida en dos barrios separados entre sí, se accede por una empinada y estrecha carretera que parte de las AS-15 un poco antes de llegar al Pueblo de Rengos. Allí, en el barrio de abajo, me encontré  con una gran sorpresa. Una casa rural, magníficamente cuidada y amueblada, aparecía colgada sobre el Narcea. Su nombre lo decía todo: “El Mirador del Narcea”. Coqueta y familiar mantiene intactas su carácter rural. Una amplia terraza con cómodas mesas y sillas permite al huésped asomarse al profundo valle de Rengos por el que discurre el Narcea y contemplar de frente, a izquierda y derecha, las frondosas y agrestes montañas de Fuentes del Narcea y Muniellos.

El Mirador de Fuentes del Narcea1 jpgUn peldaño más arriba, la habitación principal dispone de un amplio ventanal que, de suelo a techo, todo ello en madera y sobre el diseño original, te permite contemplar el mismo paisaje desde la cama reclinable.

Yo que lo vivo desde Larna, comprendo muy fácilmente lo que debe de ser abrir los ojos en una mañana de invierno y ver caer la nieve cubriendo de blanco los abruptos paisajes. O lo que es, en estas fechas, ver desde la terraza  al sol incendiar Muniellos o contemplar desde la cama como el sol tiñe de grises rojizos y azules plateados el valle luchando con las nieblas mañaneras hasta abrirse paso esplendoroso.

Y si yo, que vivo en estas tierras, lo veo así, fíjense lo que será esto para los capitalinos o todos aquellos viajeros  que desde el Duero hacia el Sur que hasta aquí se acerquen en unas u otras fechas.

Moncó en invierno jpg.

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R. Mera

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