ENCLAUSTRADOS XXX. Un mes de enclaustramiento

ENCLAUSTRADOS XXX. Un mes de enclaustramiento

Domingo día 12.- Hoy cumplo un mes de enclaustramiento y esta crónica hace el número treinta.

Ocho de la mañana. Continúan la niebla bajo un cielo gris y plomizo. Las noventa ventanas de los edificios que tengo directamente enfrente permanecen con las persianas bajadas. Todas, excepto una correspondiente a una cocina que está a medias. Diez grados.  A las diez y media la calle sigue vacía, sin peatones ni vehículos como en la foto se demuestra.

Hoy, Domingo de Gloria o de Resurrección, cerramos la Semana Santa más triste que estas generaciones hemos vivido. También la más recogida como en la tradición cristiana debe de ser. De un a tiempo a esta parte han devenido en periodo vacacional y de ocio, aunque en muchos lugares se sigue viviendo en su religiosidad o en una combinación de ambos conceptos.

Fue también un Viernes Santo de decepciones para muchos cangueses. El nuevo paso del Cristo de la Salud y su nueva cofradía no pudieron procesionar. Será el próximo año. No obstante sí se cumplieron las tradiciones culinarias y se prodigaron los potajes de vigilia, las torrijas y el arroz con leche. Las Bollas de Pascua también comenzaron a verse ya desde el mismo viernes. Cumplirán los padrinos aunque no pudieran hacerlo los ahijados. En el domingo correspondiente no hubo bendición de ramos ni procesión.

Ha estado también ausente el sol, tan solo nieblas y orbayos, de mañanas más o menos ligeras, de darle mucho al teclado, de lecturas de prensa y radio y tarde plúmbeas de televisión, sofá y cabezadas sobre el libro de turno.

Quizás fue el sábado, por ser el más penitencial, fue más pesado de los días, y el más oscuro. Y volvieron a la pantalla las largas películas de siempre, “Rey de Reyes”, “Ben Hur”, “Los diez Mandamientos”…

Apunta en el ánimo el decaimiento. Medió ya la mañana y el termómetro alcanza los diecinueve grados. Se ha abierto paso el sol aunque alterna con nubes. No veo pasar a nadie, ni siquiera con una bolla de Pascua.

 Los aplausos del atardecer apenas mitigan durante un momento el desgasta en el ánimo que el tiempo realiza. Me da la impresión que, amén de su dedicación hacia aquellos que de tantas formas se están preocupando por nosotros, escondemos en ellos nuestros miedos ocultos, o callados en nuestro yo. Mientras, nos crecemos y cada uno quiere aparecer fuerte ante el resto de los suyos. Y esto es lo que nos mantiene, lo que los políticos no practican: la unidad.

Me aprieta la preocupación por cuando un periódico de tirada nacional señala en portada que “El gobierno se prepara para cerrar las fronteras al turismo en verano”. Y subtitula. “Y estudia también restricciones de movimiento al turismo nacional”. Lo que ya les avancé en intervenciones anteriores: vacaciones y fiestas patronales del verano peligran.

Y para no deprimirme, mientras leo la prensa que me hace llegar mi hijo José Luis en pdf, decido homenajearme y abro una cerveza, la acompaño con unas anchoas y aceitunas.

Larga la tarde que transcurre entre paseo y tele. Mañana será otro día quizás más animado

Paciencia y feliz jornada

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R. Mera

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