Un mindundi frente al espejo progresista y pacifista

Un mindundi frente al espejo progresista y pacifista

Esta mañana, tras leer en la prensa una serie de declaraciones de políticos, me he mirado en el espejo y me he visto ridículo, anticuado, fuera de lugar y tiempo. Bueno, cuasi fascista, machista, sin empoderación ni resiliencia  alguna, no ya con mis vecinos, sino incluso con  el decir de lo políticamente correcto y el hacer de la progresía pija. Me vi reflejado y hundido en la miseria ciudadana. Un mindundi

Y todo ello aumentó geométricamente tras leer una serie de declaraciones de la ministra Irene Montero  con respecto a cuestiones ideológicas y proyecto de país. Ya sea éste, deduje, el de la patria grande o el de la patria chica, el de la región o el de la aldea. ¡Virgen Santa! No cabe mayor número de dislates, empanada y disparates por milímetros cuadrado de papel.

Y usted amigo hágaselo mirar pues, tras oírla pedir apoyo para sus peregrinas ideas a los socios con los que comparte ideología, me sentí un mierdecilla. Me vi hombre, blanco, heterosexual, casado, aficionado de un equipo de fútbol y me gusta tomar unas cañas o uno vinos y dar una cabezadita vespertina en el sofá. ¡Vade retro Satanás!  Por todo ello resulta que soy un producto de la   sociedad patriarcal educado en las escuelas machistas, franquista, opresivas de la mujer y defensoras de la violencia. Condenado a vivir entre los parias de la sociedad no modernizada ni adecuada a los tiempos y el pensamiento actual.

¡Y hasta amigo de la guerra me dirán y le dirán aunque no gurgute palabra alguna! Y es que no se puede decir que si alguien emplea la violencia contra nosotros tendremos que responder. De eso nada. El que ataca es siempre el agresivo capitalismo americano y sus secuaces europeos. Los que se defienden las democracias pluralistas, progresistas y socialistas, como Venezuela, Rusia, Chinas, Cuba  o Corea del Norte.

Hice un corte de mangas al espejo y me dije que si hay buenistas empeñados que el prohibir la guerra es posible habré de decirles que eso está tan lejos y es tan imposible como el que veamos volar a Zapatero de la manita de Aznar.

La mayoría de los países, incluido el nuestro, son productos de múltiples guerras, algunas de las cuales les imprimieron carácter, forma y esencia, tal nos sucedió  aquí con la Reconquista, que duró nada menos que ocho siglos, la de la Independencia o las Carlistas.

Lo de “haz el amor y no la guerra” es ya viejo, pero ineficaz. Si cuando estás haciendo el amor entran en pelotón te zurran, violan a tu mujer, abofetean a tus hijos y de paso se llevan por delante casa y vecinos, no creo en absoluto que cause efecto alguno el pedirles que paren, que vamos a dialogar.

Y seguro que menos libres viviríamos si  EEUU, Gran Bretaña y Francia  hubiesen pedido a Hitler cuando entraba en Polonia que parase los tanques que iban a dialogar.

Pacifista somos todos, que no queremos guerra algún, también, pero si nos quieren quitar nuestra libertad, nuestra forma de vivir, nuestras democracia, o nuestras esencias, habremos de defendernos, porque hay gente que disfrazados de pacifistas no entiende otro lenguaje que el de la agresión, pongan a esta el adjetivo que la pongan

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R. Mera