El Carmen. No cualquiera tiempo pasado fue mejor

El Carmen. No cualquiera tiempo pasado fue mejor

Hay veces  en que creemos que todo lo que ocurre es nuevo, que no ha pasado nunca, que somos los primeros en esto o aquello. Fijaos si es todo antiguo que ya los romanos decían aquello de, “Nihil novum sub sole”, nada es nuevo bajo el sol.

Y que los cambios perjudican a unos y benefician a otros, o enfadan a aquellos y contentan a éstos, tampoco lo es. Y si ello afecta a fiesta y celebraciones, entonces la cosa adquiere tintes incluso dramáticos. Luego, la realidad viene a demostrar que son todo caxigalinas que el tiempo coloca en su verdadero lugar.

Fíjaos. Era 1.929. Agonizaba el día del Carmen. En Ambasaguas, un matrimonio que había acudido al lugar para sacar unas perrillas con sus ventas  analizaba el momento

-Hoy no aparez un parroquiano. ¡Quien lo ha visto y quién lo ve! ¡Lo que alrededor de esta capilla se bailaba y se vendía tal noche como ésta! Este año toda la verbena está en los Nogales. ¡Que de gente, qué de bailes, que barullo, cuantos forasteros!

 Y tras la admiración, la comprensión hacia los cambios:

-La verdad es que en estos morrillos no se podía bailar; hoy aquí no cabria la mitad del gentío. En los Nogales hay sitio para todo. El día que el ayuntamiento haga un muro con asientos a lo largo del río ¡qué sitio de verbenas!

Y el ayuntamiento lo hizo y ahí siguen las verbenas más de noventa años después.

Y como eran años difíciles, la economía como fondo:

-Vamos pa casa y acuérdate de madrugar mañana pa apañar la ceniza de la foguera; el semillero ya tien ratas

-La foguera fuy buena. Bien por Saturio, pero podía ser más grande. Las de los pueblos vecinos  viéronse poco. Lleva tu la cesta, yo llevo al neno.

Y las conversaciones entre los jóvenes venían a ser cuasi iguales a las actuales:

-No se puede con las ñoñerías de mamá, comentaba una joven a sus amigas. Me hizo bajar la falda y subir el escote y me parce que voy echa una palurda

-Vas bien. Las que vienen de Madrid no traen las faldas más cortas que nosotras, la animaba comprensiva la amiga

Y un detalle. Ese año acudió a cantar la Coral Vetusta. Actuaron en la iglesia y en el Paseo. Y dice La Maniega: “Fue un concierto que acreditó a Cangas resaltando el buen gusto de los cangueses“. Eran ciento cincuenta los coristas y su actuación “atrajo a infinidad forasteros”. Y también quedó constancia de que los días y las noches estuvieron calurosos lo que motivó que la asistencia a las funciones de teatro no fuera muy alta.

Otros tiempos, otros cármenes.

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R. Mera