BERZOCANA.- Hoy, 16 de enero, es San Fulgencio

San Fulgencio hace unos años

Hoy es San Fulgencio. Un año más, un año menos, depende del optimismo con que cada uno se enfrente al paso de los años.

Esta el día feo y oscuro. Hay niebla y apenas pasa nadie por la calle. Ya se han apagado las farolas y la luz del día que llega quiere romper del todo las últimas cortinas oscuras de la noche. Es un día fosco, que dicen por aquí, por estas Asturias del  Suroccidente. Pese a todo me lanzo, como cada día, a mi matinal y obligatorio paseo según dictaminan mí médico y Maribel, mi mujer. Me lo ponen como condición para que pueda tonar un  par de cervecitas a mediodía. La misma caminata habrá de repetirse por la tarde.

Guarecido bajo el paraguas me dejo llevar por la rutina en el caminar. Por los auriculares me llega tenue la voz de Carlos Alsina hablando de la actualidad política si es que cada ya algo de la política en su definición más clásica, aquella de “gobierno de la polis”, de la ciudad.

 Por alguna causa su voz se va perdiendo y en mi mente comienzan a aparecer imágenes de otros años más o menos cercanos. Y aparece Berzocana. Suenan las campanas y, embozados, algunos vecinos se van llegando hasta a la iglesia. Como así viene siendo cada 16 de enero desde hace ya más de 800 años. Habrá misa solemne, de aquellas de “tres en ringle y humeón” que decía Canete allá en nuestros ya lejanos años de monaguilleo .Quizás la procesión no pueda salir. Es igual, mis paisanos lo vivirán con la misma y especial intensidad. Y combatirán el frio de la tarde con churros y chocolate degustados en comunidad, en hermandad con los Santos, sus Santos, nuestros Santos.

San Fulgencio 1956

Muchos berzocaniegos, de nacimiento o de adopción, sobre todo los jóvenes, tienen como única referencia de las fiestas de Berzocana el calor, las terrazas y las largas noches de botellón y calimochos en esta o en aquella plazoleta o esquina, o en la Concepción o la Fuente de las Carretas. Pero hay otras, como esta de San Fulgencio, que para muchos, sobre todo los que pertenecemos a las primera o segunda etapa de la emigración, se nos cuela en la memoria entre abrigos, bufandas, café y copa en el Bar de Demetrio, o en el de Gordito, o en cá tía Turura, cuando no mucho más allá, en el de Sena o el tío Emilino.

Es curioso. Mi última referencia del día de  San Fulgencio se remonta allá cuando andaba entre los 16/18 años. No volví a vivirla hasta muchísimos años después, el primer enero que me llegó tras la jubilación

Y es que, como vosotros bien sabéis, San Fulgencio es una conmemoración de intimidades. De procesión recogida y bastante más silenciosa que la veraniega de las fiestas. Es una celebración de onomásticas, incluso celebrada por los que están fuera.

-Hoy es el santo de mi tío Fulgencio, el de Barcelona, el de Bilbao o el de Madrid. O el del abuelo, o el hermano. Vamos a celebrarlo. Siempre hay algún Fulgencio cerca. Y seguro que por esos lares cacereños, en Alcuéscar, mi hermano Fulgencio también lo celebra entre nostalgias de ausencias y gratos recuerdos. .

Y así se hace en uno y otro lugar entre esas citadas nostalgias de ausencias, llamadas de teléfono, mensajes o videollamadas. Incluso aquellos que conocieron la festividad allá en su infancia y, como a mí me sucedió, esperan el día de su jubilación para volver a celebrarla. Y ello haga frio o diluvie. Es consustancial a la fecha invernal en que se celebra

Y eso haré yo hoy  en las Asturias de Cangas.

Termino mi paseo y sigue lloviendo. Felicidades a todos mis paisanos de allá estén donde estén y, especialmente, a los Fulgencios.

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R. Mera